Es también un amplio hogar de aves menudas que lo heredaron de sus antepasados. Cuando el sol declina y la temperatura es más agradable, cientos de cuerpecillos salen de la sombra del nido, aleteando en círculo para abrazar el aire, disfrutando de su libertad y libre albedrío. Después, al anochecer, regresan al calor del nido tibio y acogedor, arrullados por el concierto de los trinos y gorgoteos que emiten todos a la vez en perfecta sincronía.
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