viernes, 17 de julio de 2009

DEL LIBRO AMANECER

Cuando después de un encuentro que cambió la vida de Laura y Lucia, ocurre algo inesperado.


Todo comenzó con aquella llamada telefónica. Laura cogió el auricular y después de un cariñoso saludo escuchó atenta sin pronunciar palabra. Luego me miró. Sus labios no decían nada, pero su mirada se notaba algo triste. Separó al fin el auricular de su oído y dijo:
-Se terminaron mis vacaciones, mami.
No dijo nada más. Sentí cómo se rompía mi vida de nuevo y aquel dolor ya vivido ocupó otra vez su lugar. Me quedé muda, pero luego conseguí preguntar:
-¿Tienes que irte tan pronto? pero si acabamos de encontrarnos...
-Parece que si, tengo cosas que hacer.
Yo estaba muy confundida, pero una idea logró imponerse para afrontar una decisión.
-¡Podría hablar yo con tu jefe? sería muy hermoso para mí.
Laura mantenía todavía el teléfono en la mano, aunque presumiblemente el silencio reinaba en aquella linea de comunicación, como si de repente ambos se hubiesen quedado sin palabras.
-Creo que si.- Y después de una leve consulta me ofreció el auricular-. Puedes hablar, mami, también Él desea hablar contigo.
Confieso que me sentía paralizada, pero reuní fuerzas para salvar los escasos pasos que me separaban del teléfono, lo cogí presa del nerviosismo. Estaba temblando porque intuía que aquél era uno de los momentos más importantes de mi vida.
Lo que oí en realidad al otro lado fue un silencio jamás imaginado y luego una voz, con tal serenidad y magnetismo, que todo mi ser experimentó la más extraña e intensa de las sensaciones. Traté de reponerme haciendo un esfuerzo. Si existe una impalpable comunicación entre los espíritus, yo presentía que en aquellos momentos formábamos un trío. El ser que podía emitir aquella voz maravillosa que acariciaba, Laura y yo misma, que de alguna manera y sin haber realizado méritos propios, me permitía soñar al menos con la proximidad de seres de tal categoría.
Su voz me desarmó y deseé seguir escuchándola hasta el final de los tiempos. Sólo acerté a decir:
-Me alegro de escucharle Señor.
-Yo también quería saber de ti y escucharte.
-Señor,he de pedirle algo, compréndame, yo no puedo separarme otra vez de mi hija.
-En ocasiones existen circunstancias que debemos acatar.
-¡Pero yo no puedo vivir sin ella!
-¿Y por qué tendrías que vivir sin ella?
-Es que tengo el presentimiento que si ahora se marcha la perderé.
-Laura tiene que realizar una misión, no puede demorarlo por más tiempo.
-Se lo ruego, Señor, se lo suplico, no permita que la pierda.
-¿Tu la quieres?
-Desde luego, la quiero mucho más que a mi vida, más que a todo, más que a nada.
-Entonces, si en verdad la quieres como dices, no la perderás.
-Que puedo hacer para ir con ella a donde quiera que vaya, Señor? Dígame que tengo que hacer, por difícil que parezca lo haré.
-No puedo decirte más de lo que has oído, lo demás depende sólo de ti.
ESTA SECUENCIA QUE NOS CUENTA LUCÍA, SE LA DEDICA A TODAS LAS MADRES, QUE UN DÍA VIERON CÓMO SE LES ROMPÍA EL CORAZÓN.

APRECIADAS MADRES, CUANDO CREÁIS QUE NO PODEIS RESPIRAR DE TANTO DOLOR, ESCUCHAR A LUCIA Y BUSCAR ESE LUGAR

María

2 comentarios:

Mary dijo...

PUFF,LO SIENTO MARIA PARA ESTE ESCRITO NO TENGO PALABRAS.

UN BESO ENORME!!!!

Anónimo dijo...

Esta secuencia me ha hecho llorar. Mi corazón ha encontrado una herida vieja, pero a la vez ha buscado la manera de curarla.Gracias a la escritora por estas palabras.