UN RAYO DE LUNA CAE SOBRE LA ARENA

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SIENTO LA ARENA BAJO MI CUERPO, MIENTRAS UNA LUZ INCIERTA QUE ME REGALA LA LUNA, ILUMINABA TÍMIDAMENTE EL ESPACIO, QUE UNA NOCHE DE DÍAS LEJANOS ERA EL ESCENARIO PERFECTO PARA LA VIDA.
ENTONCES UNA MANO PEQUEÑA SE REFUGIABA EN LA MÍA, Y LA DICHA MÁS SERENA INUNDABA MI ALMA.
MUCHOS DÍAS DESPUÉS HE QUERIDO ATRAPAR ESE TIEMPO CONCISO, INOLVIDABLE Y MARAVILLOSO, QUE POR SER MÍO NADIE PODRÁ ARREBATARME. LAS OLAS ME DEVUELVEN TU IMAGEN QUERIDA, QUE SÓLO GRACIAS AL AMOR MÁS VERDADERO PUEDE SUBSISTIR. LAS IMÁGENES ME ABRAZAN, MIENTRAS ME DEJO ACARICIAR POR LA BRISA, CÓMPLICE DE UN AMOR ETERNO.

ESTOS PENSAMIENTOS, ME LLEVAN HASTA UNA SECUENCIA DEL LIBRO DE LAURA, QUE HOY ESVOZARÉ PARA COMPARTIR CON VOSOTROS.

LAURA
Permanecer en la playa en una noche cerrada era una de las cosas favoritas de Laura. A Rafa le aburría tanta quietud y lo habitual era que fuésemos su padre y nosotras dos. Sólo necesitábamos una toalla para tendernos cara a las estrellas. Desde la playa la luna brilla más y es más claro su resplandor, las estrellas se perciben nítidas, mucho más hermosas, se extienden en el cielo inundándolo por completo.
Nos rodeábamos de aquel silencio y buscábamos constelaciones. ¿Que encerrarían aquellas lejanas galaxias?
Cuando se perdían nuestras miradas en el horizonte, viendo sólo una pequeñísima parte del universo, nos sentíamos como un pequeño punto casi invisible en ese espacio infinito, con lo cual los malos momentos se podrían borrar sin demasiados problemas. En cambio, no creíamos posible borrar aquella sensación de felicidad que sentíamos eterna y que podría permanecer a lo largo de los tiempos.

Laura y yo nos cogíamos la mano suavemente y esperábamos que se uniera el latir de nuestros corazones. Escuchábamos con calma el rumor incansable de las olas rompiéndose sobre la playa, y a lo lejos una tenue luz nos permitía ver el milagro del abrazo entre el cielo y el mar.

María