Mis hermanos, todavía no tenían ningún deseo de volar, solo esperaban el pico lleno de su progenitora, para llenar sus buches y acaso curiosear desde arriba del árbol todo lo que acontecía cerca de nosotros.
CON ESTAS PALABRAS, NOS DIJO "PÍO PÍO" HASTA LUEGO, Y NOSOTROS SOLO NOS QUEDA ESPERAR QUE TENGA UN RATITO PARA COMPARTIRLO CON NOSOTROS.
ASÍ QUE ATENTOS, VEREMOS QUE NOS CUENTA HOY NUESTRO ENTRAÑABLE E INQUIETO AMIGO.
No habían pasado muchos días, cuando una mañana me pilló mi madre en una rama intentando volar.
-Hijito, creo que tenemos una conversación pendiente: se acomodó a mi lado y de nuevo comenzó la clase.
-¿Tu te has fijado en esos gigantes que pasan por hay abajo?, se llaman hombres: algunos son buenos, imagínate, que yo cuando era jovencita, un día me rompí un ala. Cuando vi que un hombre muy grande, un verdadero gigante se acercaba, entonces me puse a temblar como un pajarillo.
-Era eso lo que eras ¿no?
-No me interrumpas, que tu te lo tomas todo a broma y tienes que saber, que algunas cosas son muy serias.
Después de la pequeña regañina ella continuó.
-Verás, aquel hombre me llevó a su casa y me curó el ala: cuidándome y alimentándome hasta que pensó que ya podía volar. Un día, cuando ya casi no me dolía, quitó el vendaje que me había hecho con unos trapos limpios y me dijo que ya podía regresar a mi nido. Yo le canté un poquito en prueva de mi agradecimiento y regresé a mi casa.
PÍO PÍO, COMO ES MUY IMPACIENTE, YA NO PUEDE SEGUIR MÁS CON EL RELATO, SEGURO QUE YA ESTÁ EMPRENDIENDO UNA NUEVA AVENTURA.
ESPERAREMOS, SEGURO QUE PARA DE INVENTAR TRAVESURAS.
María.
1 comentario:
Es cierto PIO PIO, quedan hombres buenos.
Un abrazo y portate bien.
Publicar un comentario