domingo, 18 de abril de 2010

SECRETOS DE LA LUNA.....LIBRO

pjaaguilar.blogspot.com


Hay hechos que marcan la historia, son pequeños relatos anónimos a los que nadie da importancia, pero se mantienen en el recuerdo; no han de ser trágicos, ni necesariamente alegres, ni tampoco influyentes, simplemente marcan, a aquellos que son capaces de conservarlos y trasladarlos con el estricto valor que fueron vividos.


Al comienzo de la primavera, una pareja de cigüeñas se instaló en el campanario de la iglesia del pueblo, construyeron su nido y se dispusieron a disfrutar de aquel hábitat mientras la temperatura fuese propicia.


La noticia corrió de boca en boca de todos los habitantes como un reguero de pólvora, dada la singularidad del hecho.


Los niños llegaron al punto más alto de su excitación, desbordados por las expectativas que los dos animales podrían proporcionarles. La cigüeña era quien entraba en las casas cargada con los hermanitos, y gracias a ese evento, ya que era lo bastante importante; coronando aquel acontecimiento había la costumbre de regalar riquísimo y crugiente chocolate en casa del recién nacido. Como por fortuna los recién llegados no venían con dientes, el riquísimo presente era devorado por los hermanos mayores, que ya estaban en posesión de muelas y caninos.


Algunos chiquillos corrieron sin disimulos a comprobar si su madre sugetaba en los brazos a algún recién nacido, hecho que les convertía en afortunados. Desilusionados al no advertir ningún cambio digno de mención en sus hogares, procedían a buscar y rebuscar por todos los rincones, no fuera que por alguna de aquellas casualidades de la vida, a su madre le hubiese pasado desapercibida la visita de la cigüeña y, la infeliz criatura anduviera por algún rincón sin ninguna protección.


Luisito, como tantos niños del pueblo, entró en su casa con los ojos bien abiertos, inspeccionó lo que se mostraba a primera vista y que desde luego no era mucho. Su madre estaba sentada en una silla vajita de enea y remendaba calcetines que ya pasarían a engrosar los baúles de ropa de abrigo, hasta que el aliento frío del invierno volviera con sus capas de niebla y si había suerte, alguna nevada, lo cual llenaría de júvilo a los más pequeños. Los dos hermanos mayores comían a dos carrillos, un trozo de pan en una mano y una morcilla cortada por la mitad en la otra. Como decía el padre, los dos eran de mucha vida, continuando en forma de coletilla. Quien no sirve para comer, no sirve para trabajar.


Al menos la primera parte del refrán estaba asegurado, pues el apetito de aquellos dos grandullones era formidable. Luisito al no percibir nada a primera vista, se deslizó hacia los cuartos y comenzó su tarea con entusiasmo y dispuesto a no rendirse.


-Luisito, ¿no meriendas?


-Ahora no puedo, -ya casi había recorrido la totalidad de rincones y escondrijos cuando divisó a contraluz dos bultos debajo de la cama de su madre: dos hermosos melones, esperaban su maduración hasta el momento de ser devorados. El corazón le dio un salto, no sólo había conseguido un hermanito, lo cual le daría el derecho a presumir ante sus amigos, sino que era premiado con dos mellizos y eso ya era la monda.


-¡Mamá!, ¡mamá! ¿ te has fijado en lo que hay debajo de tu cama?


-No hijo, ¿que hay además de pelusa?


-Pues yo creo que son dos hermanitos que ha traído la cigüeña, lo que pasa es que cuando tú te pones a zurcir calcetines no te enteras de nada. -Luisito no se atrevía a cogerlos para no hacerles daño: pobrecitos, tan pequeños. La Jacinta dejó los calcetines en la canasta y se fue hacia Luisito, que esperaba con el corazón henchido de gozo.


La madre buscaba apresuradamente alguna manera de sacar airoso del trance al más pequeño de la casa, pues ya había comprobado la expresión de los dos brutos, que hasta dejaron a un lado el pedazo de morcilla que devoraban para saltar con una abalancha de burlas, que bien sabía ella llegarían al corazón sensible del pequeño. La madre se acercó con sigilo, haciendo un ademán para que el hijo no siguiera en sus trece.


-Luisito, creo que te has equivocado -le dijo en voz baja.


NO CREÁIS QUE ESAJERO EN ESTE LIBRO. HUBO UN TIEMPO EN QUE LA INOCENCIA ERA GRANDE A CIERTAS EDADES, Y LOS MITOS SE MANTENÍAN POR MUCHO TIEMPO, COMO SI SE PUSIERA UNA VENDA EN LOS OJOS DE LOS NIÑOS. TAL VEZ PARA MANTENER LA ILUSIÓN QUE CREÍAN LOS PADRES ADECUADA, O, PARA MANTENERLOS EN LA INOPIA.


ME GUSTARÍA SABER COMO VEIS EL TABÚ QUE SE CONSERVABA DURANTE GRAN PARTE DE LA INFANCIA,

María.

1 comentario:

Mary dijo...

Ami personalmente este tipo de inocencia me encanta,mi niño tiene 9 años y todavia me pregunta si los reyes magos existen por que sus amigos le dicen que son los padres, yo no sé si hago bien o mal pero yo lo unico que le respondo esque todo lo que a el le haga feliz y viva en su imaginación existe,el sonrie y no pregunta más...creo que yo no soy nadie para quitarle esa ilusión y yo menos que soy la menos indicada, ¿que le puedo contar yo si soy la primera que todavia cree en las hadas?LO MIO ES GORDO¡¡¡CHICAS TENGO 41 AÑOS.

ME ENCANTA QUE LUISITO VIVA ESA EMOCION, ESTE LIBRO FORMA PARTE DE MIS LIBROS ESPECIALES,ME HIZO SENTIR EMOCIONES DE TODO TIPO.

GENIAL, GRACIAS MARIA¡¡¡¡

UN ABRAZO:)

SOL, ERNESTINA ES PARTE DE LA FUERZA QUE TIENE MARIA AL TRASMITIR CON SUS LETRAS,...SI CREO EN LAS HADAS COMO NO VOY A CREER EN ERNESTINA,ES UNO DE MIS PERSONAJES CONSENTIDO,ES MI AMIGA EN LA ILUSIÓN.

SOY ASI,SOL UN BESO:)