LÁGRIMAS...RELATO CORTO

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Los Narcisos asomaron la cabeza, para comprobar si la temperatura era lo bastante agradable y les permitía salir y enseñorearse, para que todos al pasar admiraran sus bonitas flores.

ASÍ DEJAMOS A NUESTROS AMIGOS DEL JARDÍN.

Los Narcisos fueron los más madrugadores, con sus campanitas amarillas y blancas: o con unas discretas hojillas mezclando bonitos colores, porque en el jardín los había de muchos colores.

Los Gladíolos, los Liliun entre otros, miraban desde abajo con los ojos del corazón y esperaban con impaciencia, porque a ellos todavía no les tocaba. Todos admiraban a los vecinos madrugadores que tenían por costumbre ser los primeros. se prendaban de sus campanillas elegantes y esbeltas de cuello de cisne.

También las Dalias esperaban su turno, dándoles el último toque desde abajo al contorno de sus flores: definiendo el color de moda de aquella primavera.

Los Rosales, poseedores de sus brotes firmes y saludables, dibujaban ya sus pequeños capullos. Seguros que serían sus rosas las reinas del jardín.

La Margarita había cumplido ya parte de su objetivo y estaba orgullosa; sus raíces se habían extendido y se fortalecían cada día un poco más que, a la vez alimentaban sus ramas que cobraban un brillo resplandeciente. Ya estaba diseñando sus flores, con sus hojas finas elegantes y un círculo amarillo en el centro copiado del Sol. Había aprendido de los consejos del Roble muchas cosas, que había puesto en práctica en su vida diaria y ahora era mucho más feliz. Sin embargo deseaba hablar de nuevo con él. Pues había una parte de sus problemas que no estaban resueltos. Debía seguir aprendiendo cosas nuevas cada día. Le hubiera gustado vivir pegadita a su tronco. En ese pensamiento estaba, cuando notó la mirada afectuosa del maestro.

-Si estuvieses pegada a mi tronco no podrías alimentarte debidamente.

-Roble, ¿como has adivinado mis pensamientos? si mi boca no ha pronunciado ninguna palabra.

-Esta cuestión Margarita es muy compleja, algún día te revelaré el secreto por el cual, algunos que escuchan con las orejas no entienden nada, mientras que otros pueden entender incluso sin una palabra y sin un gesto.

-No lo entiendo, -replicó la Margarita -. Si tú, tan grande puedes alimentarte, ¿como no lo haría yo que soy tan pequeña?

-Eso es muy sencillo Margarita, si estuvieras muy cerca, tus raíces podrían enredarse con las mías y, aún sin quererlo, mi fuerza podría dañarte. Luego está lo de los minerales y el agua de los cuales me alimento, que debo absorber en grandes cantidades. Los que están muy cerca pueden pasar hambre. Créeme que no lo hago por ambición; sólo son necesidades de mi naturaleza. Como puedes ver, aunque yo te invitase a saciarte de mi alimento, no podrías sobrevivir. Es la ley del bosque.

PRONTO DESCUBRIREMOS, SI SERÁ CAPAZ LA MARGARITA DE ENCONTRAR A SU AMIGA LA OTRA MARGARITA DE COLORES.

María