domingo, 2 de octubre de 2011

LAS AVENTURAS DE LUCAS LA PULGA....DE RAFA DUEÑAS



Voy a contar una historia que es increíblemente increíble, es una historia de aventuras y además los personajes son muy raros. Si no os gusta, reclamar al que lo ha escrito.

Hace mucho tiempo, una familia de pulgas que vivía en la calle, paseando, encontró un tractor limpia-calles y la familia echó a correr para no ser atropellados. Como el tractor iba más rápido que ellos atropelló a todos menos a Lucas que se quedó solo y sin familia para siempre.

"¿Qué voy a hacer ahora solo si no tengo a nadie?", dijo triste la pulga que ya era huérfana.
Después de algún tiempo, Lucas se acostumbró a vivir solo y vagabundeó por las calles hasta que conoció a un hombre que dormía en el suelo sobre un papel de periódico y despertándolo le dijo:

-¿Tú también eres huérfano como yo?

-No- dijo el hombre que se llamaba Ramón.-Entonces, ¿qué haces vagabundeando por las calles?" -le preguntó de nuevo Lucas.

-Yo era muy rico- dijo Ramón- y me gustaba mucho apostar y jugar, pero como era muy vicioso, un día me pasé de la raya y me quedé sin un duro.

Lucas pensando que los dos eran vagabundos le pidió.
"¿Por qué no vivimos juntos tú y yo y nos ayudamos mútuamente?"

Ramón dijo que sí y la pulga se subió en su cabeza, que por cierto tenía mucho pelo.

Ramón le ayudaba a Lucas para que no le pasara igual que a su familia, y ésta le rascaba la cabeza a Ramón siempre que él se lo pedía.

Ramón empezó a hacer una cabaña para vivir con la simpática pulga. Él se encargaba de llevar los troncos grandes mientras que Lucas llevaba cosas que pesaban menos que una mota de polvo, como por ejemplo, hojas secas para el fuego o hilos de cuerda para atar los troncos que traía el fuerte de Ramón.

Un día Ramón colocaba el váter en el lavabo. Como Lucas estaba justo encima, al encajarlo cayó dentro.

-¡Ramón, sálvame que me estoy ahogando!- gritaba Lucas mientras se hundía.
-¡No te veo!, ¿dónde estás?, preguntaba Ramón desesperado.

-¡Aquí, debajo del agu, glu glu glu....

Ramón cogió un colador de la cocina, la que había encontrado en el vertedero en buen estado, y con él pudo salvar a Lucas.

 
-¿Estás bien Lucas?, contéstame por favor, -le gritaba el amigo muy preocupado.

Pero Lucas no contestaba y Ramón se decía. -Tengo que salvar a mi mejor amigo, si no le hubiera conocido, mi vida no tendría sentido y seguiría vagabundeando por las calles solo y triste.
Después de una hora o dos mirándole, Lucas se reanimó y dijo:

-¿Dónde estoy?, ¿Me has salvado la vida tú, Ramón?
-Sí, amigo mío, yo te he salvado.

-¡Gracias, muchas gracias por salvarme la vida!, pero ahora lo único que quiero es darme una ducha y relajarme un poco. Y así lo hizo. Ramón se fue a seguir arreglando la casa, mientras su amigo, la Pulga Lucas, disfrutaba dentro de la bañera, que por cierto apenas gastaba agua, ya que sólo ponía un centímetro más o menos. Si no Lucas, que no sabía nadar, se hubiese ahogado. Se subió la pulga en un barco de papel que le había regalado su amigo y se puso a jugar a ser marinero.
Pero justo cuando echó el ancla, el tapón de la bañera se destapó.

-¡Ramón, que me voy por tubos de la bañera, ayúdame!!!!

Pero cuando Ramón fue a mirar, ya sólo quedaba el barco de juguete con el que lo vio jugar por última vez.

Ramón, muy triste, dijo:

-¿Qué voy a hacer otra vez sin mi mejor amigo?, lo pasaré muy mal.
Mientras, Lucas iba por las tuberías muy nervioso.

-¿Y qué haré ahora?, se preguntó. No sé adonde me llevará esto.

Mientras le arrastraba el agua por los tubos la pulga se durmió.

Cuando despertó estaba en una alcantarilla. Intentó subir, pero estaba muy nervioso porque no sabía qué le iba a pasar por las escaleras que llevaban a la calle. . Sabía que tenía que seguir el rumbo de la alcantarilla y empezó a andar. Las escaleras eran muy largas y le costaba mucho esfuerzo subirlas. Por el camino se encontró con una araña y pensó: "Espero que yo no tenga el mismo futuro que esta pobre desgraciada araña".
Con los ojos cerrados para no verla y con mucho miedo siguió su camino.

"Anda, si allí en el fondo hay una luz, ¿qué podrá ser?", se dijo mientras se acercaba a la extraña luz. Pero inesperadamente, una fuerte corriente de agua lo arrastró. Iba con tanta fuerza que se dio un golpe en la cabeza y se desmayó, mientras el agua arrastraba a la pobre e inocente Pulga Lucas. Pasaron cuatro o cinco horas largas y por fin se despertó. Cuando llegó al final del recorrido salió disparado por un chorro de agua y cayó en el mar.

Como ya sabía nadar, intentó con todas sus fuerzas llegar hasta un bote que flotaba a unos tres o cuatro metros. Cuando lo consiguió, se subió y con un palito que había dentro empezó a remar. Cuando llevaba un buen rato remando vio a lo lejos algo extraño y dijo:

 
"¿Podrá ser un pez?"- espero que no.

Al acercarse estaba muy nervioso porque no sabía lo que era, pero esperaba que no fuera nada peligroso.

Lucas miró pero no vio nada. De pronto, detrás de él salió un pez volador que quería comérselo.

-¡No te tengo miedo!!- te venceré, decía mientras cogía el palito con el que remaba y se lo hincó.

El pez se fue nadando y la pulga Lucas vio tierra y se fue hacia ella.

Cuando llegó vio a un perro y pensó.
"Un perro tiene mucho pelo, es la casa ideal para mí".

A Lucas le era un poco incómodo el perro porque se movía mucho, pero no le importaba. Lo que él no sabía, era que el dueño de aquel perro era su antiguo amigo Ramón. Lucas la pulga seguiría viviendo en el perro, sin saber que estaría muy cerca de su amigo Ramón.

Aunque nada en el mundo es seguro.

Rafael Arturo Dueñas Naranjo

2 comentarios:

Mary dijo...

ay por Dios¡! nadie le va a decir que su dueño esta cerca de el????, no es justo.

Un beso para todos :O(

Luis dijo...

Es un cuento muy divertido. Teniendo en cuenta que el autor tenía ocho años, creo que no debería desaprovechar su imaginación.
Saludos
Luis