domingo, 30 de octubre de 2011

GIGANTE....RELATO CORTO...PARA EL ENCUENTRO LITERARIO LETRAS DE LA POSADA

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Hoy me siento triste e impotente, experimento una sensación destructora ante la injusticia impuesta por unos seres hacia otros. Veo con gran pesar que la opresión sólo nos conduce al dolor, a veces al odio. Estos sentimientos son como un veneno que corroe. ¿Pero qué sentimientos son los que poseen los humanos que oprimen a los demás? Yo creo que son alimañas, que no son felices en realidad. Pero no por ello puedo sentir hoy pena hacia ellos. ¿Cómo se puede ser feliz haciendo desgraciada a la persona con la que compartes la vida? Me lo he preguntado muchas veces. ¿Qué velo tan tupido tapa las mentes de algunos seres para actuar así?
Fátima es mi amiga y sufre. Hoy la he visto derrumbarse, llorar y pedir clemencia a ese Dios al que ella adora.
A mi lado, sentada en el sofá de mi casa, se despojado del burca que a mí me parece una cárcel, esa prisión de tela que le roba la visión del mundo, que le impide la cercanía con el resto de los humanos. Sé que ella no piensa como yo y nos respetamos, aceptamos las creencias y costumbres en las que hemos crecido. Cuando se despoja de su prisión miro sus ojos: ¡Es tan bella! Su sonrisa es de una dulzura tierna y sencilla, pero ha de permanecer oculta al mundo y a la brisa, respirando su propia impotencia, aunque no deja entrever ningún tipo de rencor, ni indignación, sencillamente, se resigna a vivir sus días en la cárcel.
Pero esta tarde su rebeldía es grande y su pena infinita.
Sus padres han viajado a su país llevando con ellos a su hermana pequeña. Ella teme que a pesar que en nuestro país la ley lo prohibe le practiquen la ablación que mutilará para siempre a su hermana. Esto si sobrevive, si una infección no acaba con su vida. Cada día se practica esta mutilación a 6000 niñas en el mundo según informaciones.
A pesar de ser mayor nada puede hacer ella. Tampoco sabe si podrá librarse de su boda, un casamiento pactado hace una eternidad, cuando ella aún no había mudado los dientes. Ser joven o mayor poco importa si eres mujer. Mujer: igual a sin derechos. El hombre con el que está comprometida es muy mayor, que a mí en una foto que he podido ver me parece un viejo malvado.
Ahora se ha marchado bañada en lágrimas.
Un frío me recorre el cuerpo, me he quedado triste al verla llorar. Desde que vino a vivir a este país es mi mejor amiga. Ella ha aprendido nuestra lengua y me ha enseñado muchas palabras en árabe. Cierro los ojos porque necesito descansar, olvidarme de todo durante un tiempo.

El desierto es tan extraordinario, que se pierde mi vista en una inmensidad que ni hubiera imaginado. Camino sin rumbo; mis pies se clavan en la arena y avanzar me cuesta más cada momento. Tengo calor, sed, tengo hambre. Si pudiera me refugiaría junto a una duna para protegerme, pero nada puedo hacer sino avanzar torpemente. A lo mejor será mi último viaje. No tengo miedo. Tal vez la vida me da más miedo que la muerte.
Al fondo de aquel desierto de arenas candentes, creo ver una figura que se tambalea. Viene a mi encuentro. Pero sólo distingo un gran bulto a lo lejos. No puedo distinguir si es hombre o mujer, si es viejo o joven. Sigo avanzando a pesar de la dificultad de la arena que atrapa mis pies hundiéndome, apresándome, como si un imán me atrajera desde el centro de la tierra. Ahora se acerca la figura. Creo que es una mujer porque lleva puesto el burca. Puedo imaginar lo que le supondrá caminar por el desierto, bajo un sol inclemente que derrite, que enturbia las ideas y te hace ver la luz como si fuera el fuego del infierno;  todo eso bajo las gruesas telas de la prisión. Alguien me ha dicho que lo del infierno es una pantomima, ¿pero entonces, qué es esta vida bajo la cárcel de tela?
De pronto, la figura se acerca y en la distancia corta va creciendo, se hace enorme bajo el sol inclemente: crece y sigue creciendo. Me hace pensar en la torre de Babel. Me estiro boca arriba sobre la arena, para ver hasta donde llega la figura que sigue haciéndose más y más grande. En un momento, la figura se une a muchas otras. Intuyo que son todas las mujeres oprimidas y maltratadas del mundo. Ellas se han unido para reclamar su libertad. Todas necesitan esa liberación. Quieren elegir qué quieren hacer, cómo vestirse, cómo vivir y donde morir. Esa libertad se refleja en los rostros de cada una de  las que allí están representadas. Son de todo el mundo, de todos los escenarios, religiones y etnias. Todas se comprenden sin ninguna dificultad. Ahora la mujer gigante extiende las manos; son tan largos sus brazos, que pueden llegar a todos los rincones del mundo. Coge a los hombres y les coloca un burca a cada uno, los encierra en casa, sólo pueden salir en compañía de la gigante, cuando ella lo permita, cuando ella de permiso. No tienen libertad. Si cometen algún error, se les enterrará hasta las rodillas y serán lapidados. Las mujeres están pensando dentro de la cabeza de la gran gigante si será buena idea mutilarles. Una de ellas hace oír su voz: expone que no deben practicar el ojo por ojo, que deberían perdonar, para nunca nadie lance la primera piedra.

El sol se va extinguiendo y las sombras se apoderan del desierto. El astro rey se retira . Ahora estamos todas las mujeres dentro de la gigante y yo deseo formar parte de todas y cada una de ellas. No quiero ver llorar a mi amiga Fátima, ni comprobar cómo sufre, de qué manera se consume. Juntas emprenderemos el camino que nos conducirá a la senda de la libertad y la igualdad. Estoy contenta, porque los idiomas ya no serán una barrera, puedo entenderlas a todas, porque juntas somos igual que un soplo de viento que gana la montaña, que consigue salir del asfalto. Podemos liberarnos de los hilos que sujetaban nuestras voluntades. Hoy podemos ver el dolor de cada una por última vez; somos libres al fin. Un germen nuevo crecerá, alejado de las tijeras que cortaban el tallo antes que se pudiera desarrollar, sus ramitas atrofiadas, nos dolía a todas en esa parte de nuestro ser que es el alma. Libres al fin bailamos y reíamos, cantamos y el color del mundo se torna más alegre. Los hombres han comprendido.
La tierra florece y hemos ganado la batalla.

El timbre de la puerta me aleja bruscamente del desierto, me aleja de la mano de la gigante, cuando comenzábamos a caminar a una ciudad bañada por la luz. Un lugar donde nos daremos la mano sin pensar quien llegó primero.
Tengo a Fátima delante de mí y la abrazo fuerte.
¿Qué pasa?, te veo muy contenta, -pregunta mi amiga.
Todo está arreglado -contesto -lo hemos conseguido, todas las mujeres del mundo ya son libres, vamos hacia un lugar donde sólo existe la libertad, creo que la gigante eras tú amiga, has conseguido liberar a todas las mujeres del mundo que sufren cualquier tipo de persecución.

-¿Has estado soñando verdad?

María

4 comentarios:

Sol dijo...

Este relato me gusta muchísimo. Qué bonito si pudiera ser verdad ahora que se acerca el día de la mujer maltratada.
Abrazos.
Sol

Luis dijo...

Precioso relato que nos lleva a pensar en la situación que viven muchas mujeres. Ojalá algún día terminara y conocieran la libertad.
Luis

Mary dijo...

Cuando leí este relato por primera vez me hizo imaginar todo el sufrimiento de muchas mujeres y ojala todas juntas podamos algun dia cumplir el sueño de todas.

Este relato fué muy aplaudido en el encuentro literario LETRAS DE LA POSADA.

Felicidades Maria.¡!

Olga dijo...

Este relato remueve los cimientos del alma y la hace emitir un grito desesperado y empaña o deberia empañar los ojos del mundo, pero desgraciadamente, como bien dice la pregunta, tan solo es un sueño.

Muchas gracias María, espero verte pronto.
Saludos para todos/as.
Olga.