miércoles, 26 de octubre de 2011

LA GLORIA


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La primera vez que Paquita viajó a una ciudad para descubrir un nuevo sueño quedó deslumbrada: su corazón palpitaba de prisa, las estrellas la seguían en su camino, igual que si la invitaran a alumbrar el cielo con su luz. Una sensación nueva la invadía,  transformándola de vulgar gusano a preciosa mariposa que volaba en un infinito que rozaba el cielo. En la primera ciudad donde tuvo que competir con otras chicas, que por lo menos eran tan guapas como ella, experimentó la sensación de haber alcanzado las nubes con las manos. La ciudad, el glamour, las luces que la encandilaban eran un tesoro que creía bedado para ella y que sin embargo lo estaba rozando con la punta de los dedos. Ya se sentía triunfadora aunque aún no hubiese sigo aún ganadora. La recompensa era estar allí, bellísima como no había estado nunca. Siempre había caminado entre aquellas calles roñosas, de un pueblo perdido en el último rincón del mundo. Ahora lo que estaba viviendo, era un sueño y tenía miedo de despertar.

Había llegado la hora tan esperada. Ardía de impaciencia con los nervios a flor de piel.

Estaba en la habitación del hotel, toda limpia y perfumada, el vestido en la cama a punto de envolver su cuerpo y aquel día se jugaba mucho.

Cuando sonaron unos golpes en la puerta. Se metió una bata de cualquier manera y fue a abrir. El hombre que la miraba tendría unos sesenta años: el vientre tan abultado, que a buen seguro no podía verse los pies, ni otros atributos que la naturaleza nos regala. Su aspecto nada tenía de agradable, poseía un rostro envejecido, con signos bien marcados por la degradación.

Paquita le miró apenas sin apreciar su aspecto.

-¿Qué desea señor? 

-Vengo a comprobar que no te falte de nada para el gran momento, también a desearte suerte.
¡Ahh!!, muchas gracias, pero ahora tengo prisa, he de prepararme para el concurso.
-No te preocupes, sólo es un momento, quiero que brindemos por tu éxito, no tardaremos nada, sólo un brindis, además, hasta que tú no llegues no empezará el desfile.

Aquellas palabras halagaron a la chica poco acostumbrada a ningún tipo de galanterías.
El individuo entró en la habitación con una botella abierta en una mano y dos copas en la otra. Cómo hacer un desaire a un caballero tan educado.

Brindaron pues. A partir de ese momento, el mundo se transfiguró en una nebulosa transparente que iba dejando los sentidos de Paquita embotados y fuera de control, igual que si aquel cuerpo que debía de mostrar su belleza no le perteneciera.

El concurso de belleza transcurrió con toda normalidad. Paquita volvió a ganar, fue otra vez la más guapa. Ella notaba como si ya huviese pisado el último escalón de la gloria, esa tarde se estaba paseando por las nubes. Pero había algo incómodo en todo su cuerpo, algo así como si flotara, y a su piel le faltase sensivilidad. También acusaba un pequeño mareo o trastorno que le impedía disfrutar plenamente del momento glorioso.

Regresó a casa con la nueva corona, también con fechas en su agenda. Una nueva vida se abría ante ella.
María

3 comentarios:

Mary dijo...

Algo me dice que con Paquita voy a sufrir, pero mientras disfrutare de sus sueños...

Un beso.

Luis dijo...

Espero saber pronto algo más de esta historia.
No sé si babéis notado que podemos elejir cualquier historieta en las etiquetas.
Saludos.
Luis

Sol dijo...

Espero que Paquita encuentre todo lo que desea, aunque sea como un cuento.
Sol