viernes, 11 de noviembre de 2011

CUENTOS DE ALAN

Practicando para andar a gatas

HE APRENDIDO A ANDAR

Os contaré más cosas del viaje: una de ellas es que durante esos días he aprendido a andar solo. Bueno no lo hago como mis papás y la gente mayor. Veréis, estábamos en una casa muy grande y muy bonita. Sólo el comedor era enorme.
Me sentó papá en el suelo y yo dije. -¿Y si me voy solo? Puse las manos en el suelo y empecé a moverme. Apenas me había dado cuenta y ya estaba lejos. De tanta alegría que tenía ni sabía qué decir. Mientras iba de prisa pensaba, ¿Se habrán dado cuenta mis papis que ya sé andar? Pero antes de acabar de pensarlo, ya los vi delante de mí riendo un montón. Ese día fue muy importante para mí, ya que estaba muy contento de moverme sin que nadie me ayudara, y ellos parecía que lo pasaban la mar de bien mirándome. Esa noche cuando fui a la cama me quedé dormido enseguida de lo cansado que estaba.
Los dueños de la casa eran un hombre y una mujer muy simpáticos, que siempre me decían muchas cosas y se reían conmigo. Cuando estábamos en esa casa, fuimos un día de excursión a un río con unas aguas tan cristalinas que se veían todas las piedrecitas del fondo. Daban ganas de meterte para bañarte. También estuvimos en los Alpes Julianos. No podéis imaginar lo precioso que era todo aquello, que creo que se llama paisaje.
Lo que no os he contado es que un día en una de aquellas casas me caí de la cama yo solito, y me pegué un porrazo que me hice una herida en el labio y en la encía. Papá y mamá se asustaron un poco. Nunca les había visto tan preocupados, porque salía sangre y ellos no debían saber que no era para tanto. Pero os digo que me dolió bastante. Lo que pasa es que soy muy valiente y no lloro casi nunca. A lo mejor es porque me dieron muchos besitos y se me pasó un poco....Menos mal que no tiene dientes, decían ellos, porque si llega a tener, por lo menos se le rompe uno. Entonces pensé que tendría que tener dientes algún día, no sé cuando, pero me tienen que nacer creo en la boca. No sé si eso será divertido o no. Cuando me nazca uno ya os contaré.
Después fuimos a Venecia. Vaya sorpresa que me llevé. El primer día que salimos a la calle, resulta que no había calle, y no podíamos cruzar para ningún sitio. Entonces debíamos subirnos en un barquito pequeño para que nos llevara a todas partes. Eso era muy divertido, y después de ese sitio sin calles ya volvimos a casa.
Hicimos igual que cuando nos marchamos, nos subimos en un barco grande y nuestro coche también. Dormimos muchas horas en aquella habitación que tenía camas y todo. Al llegar al puerto nos bajamos del barco y en cuanto nos dieron nuestro coche subimos y enseguida nos marchamos de allí. Yo no sabía bien dónde estaba, porque todos aquellos días no habíamos parado de ir de un sitio para otro. Entonces cuando papá paró el coche pensé: a ver donde vamos ahora. De pronto escuché voces conocidas, eran los titos y los yayos que me estaban esperando. Me quedé mirándolos y de verdad que no sabía qué decir de tan contento cómo estaba. Parecía que ellos también estaban muy alegres y yo ni sabía con quien me quería ir de lo contento que llegaba a estar. Ellos también estaban muy alegres.
Cuando llegué a casa, otra emoción de ver todas las cosas de mi cuarto, y las fotos que me gustan, mi cuna. Ahora que la nombro ya tengo un sueñecito que voy a dormir.
Bona nit.
Alan

3 comentarios:

Mary dijo...

Madre mía¡! no tienes dientes y ya sabes andar, ahora es cuando comienza tu verdadera aventura Alan, espero que ya estés recuperado de ese golpecito, que suerte tienes con esos viajes tan chulos que haces.

un besazo¡!

Luis dijo...

Qué sonrisa más feliz la tuya Alan. Con la suerte que tienes siempre vas a ser feliz.
Saludos a todos.
Luis

Sol dijo...

Este niño está para comérselo, cada día estás más guapo. Y mira que sabes cosas. Muchos besos Alan.
Sol