miércoles, 14 de marzo de 2012

PIO PIO....CUENTO DE UN PAJARILLO TRAVIESO

kfip7 cl
Cuando abrió los ojos el sol aquella mañana, yo sentí unas ganas locas de volar, o por lo menos de darme un paseo por las ramas. Aunque el nido estaba muy calentito, el deseo de vivir alguna aventurilla me hicieron levantarme.
-Pio pio, no salgas por ahí solo, que tú eres un pajarillo muy nervioso y no miras por donde vas; eres muy joven  ¿sabes?, por eso debes andar con mucho cuidado, no vayas a caerte del árbol. Cuando quieras corretear por ahí, tienes que decírmelo y te acompañaré; si no pudiera yo, se lo pides a algún pájaro mayor que ya tenga experiencia y pueda enseñarte los peligros.
Eso es lo que me dijo mi madre aquella mañana, cuando me vio deslizarme sigilosamente hacia otra rama de donde estaba nuestro nido. Yo la escuché como siempre, pero a los dos minutos más o menos ya me había olvidado de toda esa retahíla. La verdad es que yo no sé medir el tiempo, pero por decir algo he dicho un par de minutos para que tengáis una idea.
Mis hermanos empezaron a moverse abriendo unos ojillos adormilados, pero no tardaron en volverse a dormir de nuevo, porque ellos siempre se levantan más tarde.
Mi madre me dice siempre culillo de mal asiento, porque en cuanto ella se prepara para ir a buscarnos algo de comida, ya estoy yo bien despierto y dispuesto para lo que sea.
A mí me gustaría enseguida que estoy espabilado echar a volar, o por lo menos andar por ahí recorriendo todo el árbol, porque, es tan bonita nuestra casa...
Mamá siempre me ve dice.
-A ver muchacho, ¿tú donde vas?
Yo la miro e intento hacerme el despistado para que ella no averigüe mis intenciones; entonces empiezo a hablarle de otra cosa para cambiar de tema. Aquella mañana le sonreí, me acerqué y con el pico le dibujé un besito muy cerca de su pico.
-Mamá, sólo quiero dar un paseo, es que me gusta mucho levantarme temprano y mirar el campo, ¿has visto esas ramas lo verdes y bonitas que son?, pues nada más quiero mirarlas.
Ella me miró con unos ojos que parecían sonreír y hasta creo que se reía también con el pico.
-Mira pillín, -me dijo, ¿sabes? las madres adivinamos siempre las intenciones de nuestros hijitos, es un don que nos ha regalado Dios.
Esa fue la primera vez que escuché la palabra Dios.
-¿Y quien es Dios?
-Mira hijo, creo que debería haberos hablado hace tiempo de este tema y de otros muchos, lo que ocurre es que estaba esperando que fuerais algo más maduros para poder entenderlo, pero por lo que veo, tú te has adelantado mucho a tus hermanos, a pesar de haber nacido el mismo día, únicamente con unas horas de diferencia. Parece ser, que tu curiosidad no podrá esperar a que tus hermanos puedan entender las cosas como ya las comprendes tú.
Me tocó el ala para que la siguiera y nos apartamos en una rama algo distanciada de nuestro nido. Era para que mis hermanos, que dormían como benditos no se despertaran.

Continuará en etiquetas

-Verás, hijito, tú hasta ahora sólo conoces el nido.
-También conozco el árbol, y el campo de alrededor, aunque sólo lo haya visto desde aquí, porque yo me fijo mucho.
-Ya veo que eres un pajarillo muy curioso, eso no está mal, si no fuera por la cantidad de peligros que nos rodean: escúchame con atención. Este árbol que es nuestro hogar se llama encina, es muy antiguo, mis padres y también mis abuelos han cuidado primero de sus huevos, después han criado a sus pajarillos. Ellos me enseñaron todos los peligros que acechan. También me contaron las leyendas que pasan de padres a hijos. Siendo esas historias las que nos sirven para entender las cosas que necesitamos para protegernos en la vida: cómo tenemos que vivir de manera que no corramos ningún peligro.
-Bueno mamá, no te enrolles tanto, que tengo cosas que hacer.
-¿Y qué son esas cosas tan importantes que tienes que hacer, señor importante, para que no tengas tiempo de escuchar a tu madre?
-Mamá, no te lo tomes a mal, es que me consumo de impaciencia, no te imaginas las ganas que tengo de volar, de ir por ahí a mi bola, planeando con mis alas igual que veo hacer a otros pájaros, eso tiene que ser la cosa más divertida del mundo.
-Y lo es, hijo mío, pero también muy peligroso si no estás lo bastante informado de lo que tienes que hacer. Mientras seas tan pequeño, lo más seguro para ti es que salgas a volar conmigo, eso después de aprender a volar naturalmente. A ti te parece que es muy fácil levantar las alas y remontarte a curiosear por ahí, ¿o crees que no me he dado cuenta? Mira hijito, como veo tu impaciencia, hoy recibirás tu primera clase.
Yo al principio me puse algo nervioso, porque es cierto que soy muy curioso; también presumo de querer volar sólo, a mi aire, pero hay mucha diferencia de decirlo a llevarlo a la práctica.
Comenzó dándome una clase teórica, en la que me puso al corriente de muchos detalles que hay que tener en cuenta a la hora de volar, luego pasamos a la práctica. Mamá me describió cómo debía levantar las alas para tomar impulso, me fue diciendo con mucha paciencia, de qué manera debía hacer el movimiento preciso y la forma de esquivar obstáculos. Me puse algo nervioso en mi primer día de escuela, puede ser porque todavía no había desayunado, y con el estómago y el buche vacío, ya se sabe que uno no es tan valiente. Pero en ningún momento quise demostrar lo que estaba sintiendo.
María
continuará en etiquetas

2 comentarios:

Sol dijo...

A ver qué pasa con este pajarillo tan aventurero. Aunque la curiosidad creo que es buena, porque si no, no te enteras de nada.
Abrazos para todos

Mary dijo...

Opino lo mismo que Sol y ademas creo que es cierto que las madres tenemos un don especial con nuestros pichones.

Besitos¡¡¡¡