lunes, 23 de abril de 2012

REFLEXIONES

maltratoinfantil,wordpress.com

Entre todas las frases savias que he escuchado, que he leído y he investigado, siempre he buscado una que responda a mi pregunta. Porque se suele decir con acierto: el pasado ya no está, vive el presente y espera confiado el futuro. Has de olvidar y perdonar. Eso está bien, ¿pero qué ocurre cuando el pasado sigue conviviendo con el presente y se eterniza hacia el futuro?, si se aboca tu vida en un estado inquietante que no permite que se desarrolle como debiera y nubla su ser y daña tus sentidos.
Creo que la respuesta de muchos de vosotros sería: rompe con ese pasado y a otra cosa mariposa. Pero no siempre se tiene el valor para romper las cuerdas, las obligaciones que la sociedad, o los sujetos te imponen. Porque desde que a un cerebro que es un bebe se le impregna a fuego obligaciones  e imposiciones, ya está manipulado.
Los amigos los elegimos, la pareja la escogemos, pero la familia viene impuesta. Ciertamente la familia es lo más importante y maravilloso que hay en nuestra existencia, pero desde la libertad, nunca desde la imposición. Porque si ésta te hace daño, de tal manera que convierte tus horas en una taquicardia, en un sentimiento de rebeldía ante la injusticia, alejándonos de la serenidad y de la paz que necesitamos, puede minar nuestra salud; porque no se te permite disfrutar de la vida como tú decides y a eso nadie tiene derecho.
Realmente existen mentes así. Si se dan cuenta o no del daño que producen nunca podremos saberlo, pero tanto si es de una manera o de otra, da lo mismo para el que lo padece. Supongo que son mentes negras que habitan en un lugar llamado negatividad, tal vez protagonismo, soberbia, una porción de egoísmo. Podríamos estar dando nombres durante mucho tiempo sin emplear la palabra maldad explicita. Pero fuera como fuere, ese mal trato psicológico a largo plazo es muy dañino. Esas victimas, moldeadas desde que nacen, sometidas desde que ven la luz, aunque con el tiempo se revelen y aparentemente pongan freno a algunas cosas, seguirán sufriendo ese maltrato que se les ha impuesto.
En esas circunstancias nadie te protege, nadie te ayuda, estás en manos del maltratador, protegido éste por cuatro paredes.
¿De qué les sirve a los maltratadores?, imagino que para alimentar su ego, su vanidad y protagonismo. De todas formas, tanto las preguntas como las reflexiones quedan en el aire sin respuesta. Unos continuaran con su obsesión de dominar a la persona elegida para tal fin, y la otra parte seguirá sufriendo la injusticia porque carece del valor para romper las cuerdas.
María

6 comentarios:

Mary dijo...

En ocasiones la palabra FAMILIA nos causa tanto respeto que creemos que debemos permitirlo todo a costa de lo que sea, pero cuantas veces hemos escuchado o utilizado otra frase que es...." fulanita o menganita como si fuese o incluso mejor que mi propia familia"

Un besazo¡¡¡¡¡

Sol dijo...

si no lo has vivido no lo puedes entender, pero seguro que muchas personas se sentirán identificadas.
Abrazos para todos

Anónimo dijo...

Cuando tus progenitores se dedican a amargarte la vida ya estás jodido.

Juan dijo...

Es el más cruel de los maltratos, porque se esconden dentro de cuatro paredes. Además, como son las personas que más deberían cuidarte y quererte, es por eso que es tan cruel.

Mari Carmen dijo...

Yo dije basta y me largué. Algunos dicen que soy mala persona, pero ahora me siento libre y no una piltraja humana.
Un cariño muy grande a los padres de verdad.

asun aguilera dijo...

Hola María, muchos nos hemos hecho esa misma pregunta. Muchos son los que han buscado y algunos han encontrado o creído encontrar respuesta.Según éstos; las cosas sólo pueden solucionarse en el presente y cuando ésto se logra, queda sanjado lo de atrás, o así es conveniente considerarlo para el bien propio y el bien general.
De todas formas,Hay situaciones tremendas dónde no se encuentra la salida, pues aveces no es tan fácil romper con todo y echar a correr.
Aún así es preciso intentarlo para salvaguardar la propia salud.
¡Un fuerte abrazo, María!
¡Saludos para todos!