miércoles, 23 de mayo de 2012

CUENTOS DE ALAN... FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ

Alan espera detrás de puerta para felicitar a mamá


A mí me gustan todas las fiestas, pero hay una con la que me he puesto más que contento: ha sido el cumpleaños de mamá. No sé cuantos cumplirá, porque en mi pastel pusieron una vela y en el suyo dos. Parece que casi tuviéramos los mismos años, pero eso creo que no puede ser. Bueno sigo. Hemos hecho una fiesta en casa, con pastel y todo eso, por esa razón había velas. Estábamos todos: los yayos, los titos, y nosotros tres claro que éramos los principales de la fiesta: papá mamá y yo. Fue una fiesta muy importante. Después de soplar mamá soplé las velas yo también. Entonces cuando todos aplaudían, yo me ponía tan contento, que hasta daba gritos de alegría. Lo de los regalos me gusta mucho, esos paquetes tan bonitos que luego cuando se abren alguien dice: ¡Ohhhhhh, qué bonito! 

Bueno, ya ha pasado el cumple de mamá, a ver ahora que toca. Eso pensaba yo. Pues no se había terminado ni mucho menos, porque el fin de semana siguiente tuvimos otra fiesta. Parece que celebrábamos cuatro cumpleaños: el de mamá otra vez y de tres amigos más. Esa fue una fiesta increíble. Nos fuimos al campo: había árboles y mucho espacio para jugar. Como ya podéis imaginar con mucha comida. Parece que eso se llama picnic. Todos llevaban cosas y estaban muy contentos.
Estaban las chicas que también son titas y un montón de amigos de mis papis. Pero lo más mejor de todo es que vinieron mis amigos y amigas. Además de jugar con ellos porque ya soy grande y puedo, sé decir sus nombres. Cuando busco las palabras en mi boca ahora las encuentro. Eso es una cosa por la que creo que tengo que estar muy contento, y mis papis también. Cuando llegaron mis amigos Hugo y Nina, empecé a decir Hugo, Hugo y luego Nina Nina, y todos me miraban porque se daban cuenta de cómo encontraba las palabras que quería decir.
Cuando llegó mi amiga Ainhoa, enseguida encontré su nombre en mi boca y empecé a llamarla. Estaba tan orgulloso que no paraba de decir cosas. Cuando hablo todo el rato, a veces papá dice que soy un brasa. No sé lo que quiere decir, pero seguro que es algo bueno, porque papi no me diría una cosa si no fuera buena.
Después llegó mi amigo Pau y también vino Joel. Con todos ellos estuvimos jugando y lo pasamos la mar de bien. Además comimos igual que los mayores y eso es una cosa muy buena.
Al día siguiente de esta fiesta no nos quedamos en casa para descansar, nada de eso. Por el contrario nos levantamos temprano y nos subimos en el coche. Yo estaba preparado para una nueva aventura; aunque si os digo la verdad, no tenía ni idea de qué aventura podía ser. Pero ya estoy acostumbrado a las sorpresas y pienso: ya me enteraré.
íbamos en el coche, atrás venían conmigo la yaya y mamá y delante el yayo y papá que es el que conducía y nos lleva a todos sitios. No sé como sabe tantas cosas. Cuando nos paramos, vi a los titos Rafa y Cristina que nos estaban esperando.
Entonces hicieron una cosa que no me esperaba, me metieron en un artilugio que no me gustó nada, pero nada nada: iba en la espalda del tito que ni le veía la cara. Todos me decían cosas porque estaba muy enfadado, figuraos lo disgustado que estaba que me puse llorar, pero mucho. Y ya sabéis que a mí no me gusta llorar, pero es que esa cosa, que ni sé como se llama me gusta menos. Al final me sacaron de allí y me llevaron un ratito en brazos cada uno. Pensaréis, ¿por qué iba Alan en brazos si ya sabe andar?, pero es que era un camino muy malo y me hubiera caído. Ya estaba tranquilo y casi contento, se me estaba pasando el berrinche, cuando van y meten otra vez en aquella cosa rara que no me gustaba. Otra vez lloré, pero vi que no me hacían caso, que seguían andando tan tranquilos. Seguía llorando, aunque no tanto como la primera vez y en vez de decirles que me bajaran de aquella cosa iba diciendo: el nene el nene. Eso lo digo cuando me caigo o no me gusta alguna cosa. Creo que todos me entendían de sobra, pero se hacían los tontos y me dejaban allí y no me sacaron hasta que llegamos arriba de una montaña. Me parece que tengo que hacer lo que dicen mis papis aunque no me guste. Eso debe ser normal. Aquel sitio creo que se llama La Mola. Al final lo pasé bien, porque arriba había caballos, burros que estaban comiendo en la hierba. También había perros. Nos sentamos en el suelo y comimos todos una comida muy rica. Entonces yo ya me reía.
A la vuelta creo que me engañaron. Cuando me iban a subir en el artilugio intenté escaparme, pero entonces me cogieron, me dieron una galleta y con lo que me gusta enseguida me olvidé de todo lo que no fuera la galleta y cuando la terminé me pusieron el chupete y me dormí. Así que no me enteré de nada. Al despertar estaba sentado en aquella cosa, pero ya llegábamos al coche y me sacaron enseguida.


Cada sábado vamos a la piscina mis papis y yo: algunas veces voy sólo con papá y otras con mamá; casi siempre lo paso muy bien, porque tengo amigos y es muy divertido jugar en la piscina. Si algún día no tengo gana me enfado un poco, pero poco, porque no me gusta llorar, porque creo que es una tontería. Cuando me enfado, mis papás me dicen entonces que no puedo hacer siempre lo que yo quiera, que unas veces sí y otras hay que hacer lo que ellos dicen. Seguramente tienen razón. Parece que los padres siempre tienen razón. Cuando veo a algunos niños enfadarse mucho y tirarse por el suelo, pienso que a lo mejor ellos también tienen razón, pero que no les servirá de nada porque los papás siempre pueden más. A mí la verdad, lo que me gusta es estar contento y dejarme de tonterías.
Bona nit.
Alan

2 comentarios:

Sol dijo...

Cómo te echaba de menos Alan. Si vieras lo bien que lo paso leyendo tus historietas.
Felicito a tus papás. Un beso muy fuerte.
Abrazos para todos

Luis dijo...

Enhorabuena Alan por esas palabras que ya encuentras en tu boca.
Un besito fuerte.