No han aprendido nada de nosotros.
Vuelo raudo surcando el espacio, mis alas se elevan ligeras como la brisa. Encuentro a otros pajarillos y sus ojos están alegres.
Soy feliz, nada me preocupa. Si por algún percance pierdo el nido, busco una nueva rama y me fabrico otro. Los árboles nos acogen siempre y continuamente están tranquilos. Sus raíces buscan la humedad para vigorizar sus ramas, crecer y mantenerse sanos.
A veces miro a los hombres, si me acerco a ellos veo sus ojos tristes. Creo que no saben admirar el paisaje, mirar a otros hombres. Buscan la guerra y se olvidan de la paz.
Creo que no son felices en su nido.
¡Qué raros son los hombres!
María
1 comentario:
Es muy bonito. Siempre se aprende algo de la naturaleza,quien sepa verlo. Un abrazo Maria.
Publicar un comentario