domingo, 16 de enero de 2022

LLORÉ... DE FRANCISCO LIRA...

 





Lloré... lloré a solas,

acompañando mis lágrimas,

con la rabia y la ira de mi soledad.

Huérfana y sola...

Lloré... lloré con penas de impotencia

nublándome el corazón,

con latidos de desaliento.

Lloré... lloré como un niño,

desconsolado y tierno,

que no entiende del mal...

Lloré por los muertos

y por los vivos que lloran a sus muertos,

vivos en la memoria y en el corazón.

Lloré hasta quedarme sin lágrimas,

y mi llanto se hizo verso...

y mi verso se hizo alma,

hasta llegar al universo

que gravitan las palabras...

y me quedé sin aliento

esperando a las musas...

en lo hondo del silencio.

Lloré... lloré todas mis lágrimas

hasta quedarme dormido

y mojar mis sábanas

con mi llanto y mis quejidos...

Lloré por ti, que aún no te conozco.

Lloré por él, y por ella, y por todos...

Un conjunto de almas perdidas en la selva

de una sociedad vacía y vacua,

sin criterio ni orden,

sin aliento ni  pulso, y sin rumbo.

Lloré por un futuro

incierto y descorazonador,

que te hiela los sentidos.

Lloré hasta quedarme dormido,

soñando sonrisas y besos...

miradas de inocencia y de bondad:

Paz entre los hombres.

Paz con la naturaleza.

Paz con la tierra y el cielo.

¡Paz, Justicia y Libertad!

Que pena que tan solo fue un sueño...

un sueño roto por la realidad.

Descanse en paz...

 

Francisco Lira  

(Octubre, 2021) 

3 comentarios:

Maria Naranjo dijo...

Lágrimas, sonrisas, todo forma parte de la vida. Pero para eso están los poetas, para dar belleza a todo, incluso a la tristeza.
Hermoso poema de Francisco Lira.

Francisco dijo...

Gracias María. Me encanta que algunos de mis poemas, te emocionen y te conmuevan. Y es un honor que de vez en cuando tenga el privilegio de verlos publicados en tu blog. Un blog lleno de belleza y amor por la poesía. Muchas gracias!!! 😘😘😘

Auri dijo...

Llorar por uno mismo es fácil. Llorar por los demás es otra cosa. Solo un corazón noble como el tuyo es capaz de hacerlo al no poder hacer mucho más. Ojalá los mandatarios fueran capaces de llorar y reparar sus culpas.