Ha pasado la Navidad, esa fecha entrañable cuando todos se felicitan, se abrazan y se sientan a la mesa contentos. Yo este año no os he felicitado. Tengo que decir, que he perdido la chispa, esa que todos necesitamos para vivir cada día. No sabría decir si ha volado, si sencillamente me ha abandonado, pero confieso, en esta intimidad, que no tengo ganas de nada. Sentarme como antes delante del ordenador, dejar que las letras bailaran para mí, creando ya fuera un poema, ya una historia, era algo muy gratificante. Esas historias, personajes caminando por calles, pueblos o ciudades, ellos eran mi equipo inventado, pero caminaban conmigo avanzando página a página, en una cita previa diaria e ineludible y que formaban parte de mí. Tengo que decir, que no los he despedido. Tampoco sé si me han abandonado ellos, realmente no lo sé, pero entiendo, que esa relación era la chispa de la vida. Aprovecho que esta sea la carta para sus majestades, que un paquete imaginario me devuelva el duende.
PERO SÍ QUIERO DESEAROS UN 2023 lleno de todas las cosas que podáis desear.
María
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