Feliz día el que llegaste a mí,
me acarició la brisa,
se avivaron los colores
y quedé presa de tu mirada.
Un mundo nuevo, enredado
en hermosos aromas
me regaló un vergel,
ese vergel siempre será nuestro,
será el camino lleno de flores,
un sentimiento lleno de perfume,
de amor.
Y bailará sobre el infinito,
mientras una estrella
se acerca de puntillas
para mostrarme ese rostro
que yo tanto adoro,
ese color que nos envuelve,
que nos abraza,
porque no sabría vivir sin ti,
sin tu sonrisa,
sin tu mirada
que es la divinidad del cielo.
Guárdame un pequeño rincón
donde tú estés, amor.
Te quiero.
Tal día como hoy nos conocimos. Tú mirabas atrevida, como atrevida llegaste al mundo. Nadie más rápida que tú, tenías prisa por llegar, por vivir nuestros días, nuestros y de todos los que te amamos. La vida a tu lado es un camino sereno. Incluso ahora estar a tu lado es un regalo de los dioses. Muchos no creerán cómo podemos entendernos. Será porque no tienen un ángel como tú. A mí me gustan las palabras, con ellas puedo hablarte, expresarte mi amor. Pero también me gustan los silencios, en ellos nos encontramos y recibimos la fuerza que nos guía, nos une en la esperanza y en el amor. Esta vida es caótica, en ella encontramos personas buenas y bondadosas. Pero otras son malas personas que hacen sufrir, ambiciosas tal vez, pero hay que avanzar a pesar de ellas y contigo. Sé que tú estás siempre con nosotros, con tu familia. Y cada uno de mis días es para ti, contigo.
Siempre tuya.
María
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