Del libro de Laura, en un viaje también a Granada.
Pudimos comprobar cómo el avión había dejado atrás las nubes, y nos permitía ver un cielo azul intenso, una claridad limpia y absoluta. A nuestros pies colgaban montañas inmaculadas de algodón, caprichosas figuras se mecían armoniosamente, bailaban con delicadeza al compás de música de violines tocada por los ángeles que habitan en el universo.
Otro párrafo del mismo viaje.
Pero pronto la realidad nos retornaba a nuestro asiento, en un abrir y cerrar de ojos, se extendía de nuevo ante nuestras miradas, allá a lo lejos bajo nuestros pies, un maravilloso cuadro pintado con pinceles de fantasía y talento milenario.
María
Pudimos comprobar cómo el avión había dejado atrás las nubes, y nos permitía ver un cielo azul intenso, una claridad limpia y absoluta. A nuestros pies colgaban montañas inmaculadas de algodón, caprichosas figuras se mecían armoniosamente, bailaban con delicadeza al compás de música de violines tocada por los ángeles que habitan en el universo.
Otro párrafo del mismo viaje.
Pero pronto la realidad nos retornaba a nuestro asiento, en un abrir y cerrar de ojos, se extendía de nuevo ante nuestras miradas, allá a lo lejos bajo nuestros pies, un maravilloso cuadro pintado con pinceles de fantasía y talento milenario.
María
No hay comentarios:
Publicar un comentario