El recepcinista de un hotel de muchas estrellas, reconoció de inmediato a los cinco hombres que aparecieron en el hall hablando animadamente, y se dirigieron sin preámbulos al lugar que él ocupaba, para solicitar la llave de la suite que tenían resvervada: era la más lujosa y discreta de todo el hotel, por tal razón, era en la que ellos se reunían siempre.
Los identificó por varias razones. La primera, es que él es muy observador y no se olvida de ninguna cara importante.
La segunda, que vestían con los mismos trajes, como si aquel atuendo, fuese una especie de uniforme, con el que ellos decidían la suerte de millones de ciudadanos que, tranquilos en sus viviendas ni tan siquiera les conocían.
Pero allí estaban ellos todopoderosos. Uno con su traje gris, camisa blanca y corbata de color pastel.
El otro, con el traje negro, camisa azul claro y corbata de rayas.
El tercero, vestía un traje claro, camisa oscura y corbata de lunares.
También en esta ocasión llevaban el maletín negro.
El empleado, ya conocía la influencia que estos personajes ejercían, no solo para su vida, sino para miles y miles de personas. Ellas no pueden entender que cinco señores tengan tanto poder. ¿La bolsa?, que saben ellos de la bolsa. ¿La banca?, que significa esa palabra para muchos de ellos, que solo tienen tiempo para ir a trabajar cada mañana, con el único fin de dejar su juventud pegada a la empresa, de realizar su esfuerzo cada minuto, no tienen tiempo de nada más. Cómo podrían imaginar, que esos señores decidan, que su hipoteca aumentará tanto que les costará pagarla. Cómo sospecharían siquiera, que cuando acudan la semana que viene a su puesto de trabajo, un gran cartel anunciará con letras mayúsculas, que la empresa llevará a cabo una regulación de plantilla. No, no pueden ni imaginarlo, pero el recepcionista si, si porque los conoce, porque sabe que cuando ellos se reúnen en la habitación más cara del hotel sube el pan.
¡Cuanto daría él por poder escuchar la conversación!, pero es imposible, nunca le permitiría la dirección de la empresa escuchar las palabras, aquellas que pueden condenar o salvar a miles de personas de la ruina. Él, ha de quedarse en su lugar.
¿Que pasará esta vez? -Es difícil que la situación empeore -piensa el recepcinista.
El empleado experimenta tal desazón, que no se entera de lo que pasa a su alrededor.
-Oiga, ¿me da la llave de la 308 de una vez? - escucha de pronto.
-Perdone, estaba distraído y no le había visto.
-Ya me he dado cuenta.
Pasó mucho tiempo antes de que salieran los señores. Nadie escuchó las conversaciones, ni se supo de las decisiones que allí, al amparo de la impunidad habían tomado, ninguna otra persona fue testigo.
Al día siguiente, las bolsas de todo el mundo experimentaron una leve recuperación.
Al mes siguiente, los bancos, dieron señales de conceder algunos préstamos.
El mes siguiente, los empresarios se detuvieron a pensar, si de verdad tocaba remontar la economía, o debían exprimir un poco más la situación.
Al siguiente mes, las amas de casa, continuaban llevando a sus hogares la bolsa medio llena. Porque, para los asalariados, remontar la cuesta, es mucho más difícil.
¿FICCIÓN?, o ¿acaso tan real como la vida misma?, -solo podéis decidirlo vosotros que sabéis más que yo.
ÁNIMO.
María.
1 comentario:
MUY A PESAR MIO,ESTO ES LA VIDA MISMA...GENIAL ME A GUSTADO,HACES QUE LA CRUDA REALIDAD ,LELLENDOTE SEA DIVERTIDA!!!!!
UN ABRAZO!!!
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