viernes, 25 de diciembre de 2009

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD





La nuestra es una familia distinguida y no podéis ir como vagabundos.

El padre entró y se quedó mirando, luego movió la cabeza mientras esbozaba una sonrisa.

-Pero mujer, no seas tan estricta con los niños, acaso crees que se van fijar en la ropa que llevan puesta.

Los niños al ver como el padre los apoyaba se lanzaron hacia él con la esperanza que les ayudara, pero no hubo forma de disuadir a la madre. Así que no les quedó otro remedio que ir a cenar al hotel con lazo y pajarita.

Se reunieron con otros padres que eran como sus papás y con otros niños que eran como ellos.

En la mesa de aquel gran restaurante había manteles blancos, inmaculados, como si la nieve quisiera poner también su toque de color navideño.. Había flores preciosas y velas adornando la mesa que ofrecían un ambiente cálido y elegante, en concordancia a los comensales. Los camareros iban uniformados de etiqueta, servían las mesas con guantes blancos y una amabilidad exquisita.

En los platos se servían cosas muy raras en opinión de Adelaida y su hermano, que nos les gustaban en absoluto. las copas se llenaban una y otra vez y las botellas se quedaban vacías a gran velocidad.


Los dos hermanos apenas comieron nada, permanecieron callados y aburridos, sentados a la mesa igual que hacían los adultos. Todos se conocían y llevaban a cabo el mismo ritual de reunirse cada año aunque no les apeteciera. Dejaron pasar las horas como era la tradición hasta que llego la hora de marcharse. Se estaban despidiendo: tapándose las señoras la boca con sus cuellos de visón y los pañuelos de seda, cuando una deflagación envolvió la estancia en una humareda que se lo tragaba todo, lazando por el aire enseres y personas.

Adelaida fue a parar a un rincón y allí se quedó encogida. La niña no se atrevía ni a pensar en lo que había pasado. Había olvidado por completo aquel lazo que tanto la había torturado toda la noche. Ya no le importaba parecerse a un regalo. Procuraba no pensar en el miedo, prefería quedarse muy quieta sin abrir la boca ni los ojos para que no le entrara el humo y esperar haber que pasaba.

había pasado un buen rato cuando notó que una mano aferraba la suya.

María

1 comentario:

Mary dijo...

Espero ansiosa la continuación,me temo que este relato nos dará una lección a todos...Maria continua por favor.

Un besito

Mary.