viernes, 1 de enero de 2010

LA AMERICANA COLOR SALMÓN


ERNESTINA Y ROSAURA SE DIRIGEN HACIA LA ZONA COMERCIAL PARA VER ESCAPARATES. SI HAY SUERTE, ERNESTINA PODRÁ COMPRAR LA AMERICANA QUE DESEA.

El establecimiento al que entraron no estaba demasiado concurrido. La dependienta colocaba unas prendas en el estante. Pero en cuanto las vio se levantó y solícita se ofreció por si la necesitaban.
-Si puedo ayudarlas en algo.
-Verás, he visto en el escaparate una americana salmón, que es justo lo que estaba buscando. -expuso Ernestina con una cara de ilusión, como lo haría una niña pequeña cuando recibe su regalo favorito.

-Si, si que es bonita, pero ayer, me llegó una preciosa que a usted estoy segura le quedará de maravilla, figurénse, ni siquiera me ha dado tiempo de ponerla en el escaparate, pero ahora me alegro, porque posiblemente ya la habría vendido y creo que esta hecha a su medida.

Ernestina la miro con mala cara pero nada dijo, esperó en silencio a que regresara la dependienta y le enseñara el prodigio de novedad que tan bonita debía ser.

No tardó la chica en aparecer con un par de prendas, mostrándoselas con la mejor de las sonrisas.

-Mire señora, cuando usted se ponga esta americana, toda la gente que pase pos su lado se volverá a mirarla.

Ernestina se puso pálida como la pared y, si las miradas pudieran matar, aquella dependienta tan amable, tan guapa y simpática ya no vendería más ni un pañuelo.

-¿Tu te has enterado de lo que te he pedido, has escuchado por casualidad, que quería probarme la americana salmón del escaparate? -soltó sin mirar apenas las prendas que la otra pretendía enseñarle.

La dependienta, trataba de encontrar con rapidez una salida airosa, sobre todo, comprobando la mirada asesina de la clienta. Sabía que el tiempo podía ir en su contra, por eso buscaba con urgencia de entre todas las palabras que existían, entre todas las que ella había leído en los libros, recordando todos los trucos aprendidos para vender y agradar al público, de entre todo aquello, la mejor palabra, la mejor expresión.

Su boca entre abierta sonreía encantadora, deseaba derretirse si hacía falta como si fuera mantequilla sobre una tostada caliente.

-Mire señora, estas prendas que pretendo enseñarle, es lo último en moda y elegancia y, viéndola de cerca, parece que cuando las diseñaron estaban pensando en usted, estoy segura que cuando se la pruebe se va a enamorar de esta americana.

-Último modelo -resopla Ernerstina -elegante, hecha a mi medida, ¡pero niña! ¿tu crees que yo soy tonta?, esto que tu pretendes que yo me pruebe es un adefesio, es la cosa más fea que he visto en mi vida y yo, no acostumbro a vestirme con esos trapos, pero que desgarbada es esa cosa, pero si parece un saco de esos que fabrican para para guardar patatas, ¿crees tu que yo soy una patata?

-Perdone, pero está equivocada señora, esta prenda, es tan moderna, que no me extraña que no halla visto todavía de este estilo tan innovador, si usted me hiciera el favor de probársela, estoy segura que quedaría sorprendida, sólo le pido que se la pruebe.

No, si sorprendida ya estoy, no te imaginas hasta donde llega mi estupefacción.

En esto entra una clienta a la tienda, excusa que aprovecha la dependienta para alejarse y respirar un poco, haber si consigue que se relajen sus músculos.
María

1 comentario:

Mary dijo...

Mariaaaaaaaaaaaaaaaaaaa,no me dejes asi mujer,¿se la compra o no se la compra?,ahora solo me falta que sea launica y encima no sea su talla jajaajjaj.

continua por favor!!!!

Un beso.

¿sabias que esperaba este relato como agua de mayo? jajajaj.