LA ALEGRÍA DE VIVIR...CUENTO

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RECORDARÉ, QUE DEJAMOS A MARGARITA CON UN HOMBRE QUE FUSTIGABA A UN BORRIQUILLO PARA OBLIGARLO A CAMINAR MÁS DE PRISA.

Si tienes papel y lápiz a mano te doy la dirección por escrito.

MARGARITA LE HABÍA PREGUNTADO, SI ÉL HABÍA VISTO PASAR POR ALLÍ "LA ALEGRÍA DE VIVIR".

Margarita apretó con fuerza en la palma de la mano las letras que el hombre escribiera en un basto papel, luego las metió en un bolsillo siguiendo las instrucciones que le diera el hombre del borriquillo.

Anduvo por muchos caminos, preguntando a todo aquel que se encontraba; hasta que por fin, extinguiéndose una tarde la luz, ya casi en penumbra encontró el lugar: Era un edificio protegido por grandes vallas de alambres electrificados. Llamó a la puerta repetidas veces sin obtener respuesta y cuando ya se disponía a marcharse, escuchó el chirriar quejumbroso de un portón que llegaba de lejos.

Le abrió la puerta un hombre con un gabán muy desgastado y unos pantalones tan raídos, que no permitían siquiera valorar su color. Cuando abrió la cancela, puso cara de extrañeza al ver a Margarita.

-¿Que haces tu aquí a estás horas muchacha, en un lugar tan remoto y perdido?

-Verá señor, hace algunos días que estoy buscando a "La Alegría de vivir", un hombre que iba con un borriquillo me dio esta dirección, desde entonces ando preguntando a todo el que me tropiezo, siempre con la esperanza de encontrarla. ¡Dígame que vive aquí por favor!

El portero la miró compadecido sin atreverse a decirle la verdad.

-¿Como era el labrador?, -acaso sonreía con la cara amable, o por el contrario tenía la expresión de estar muy enfadado.

-Yo ya no recuerdo demasiado bien su rostro, pero todavía llevo en la memoria como maltrataba y hostigaba al pobre asno para que corriera más.

-Mira criatura, la poca compasión que demostraba hacia el animal, fue la misma que utilizó contigo: esto es un hospital hija mía, aquí cuidamos a todos los pobres dementes que no tienen a nadie, ni un techo donde guarecerse y, podría asegurarte, que esa dama por la que preguntas no ha pasado por aquí.

Margarita se quedó muy triste y dio media vuelta para marcharse, pero el hombre la retuvo diciendo.

-No te marches sola hija por esos caminos, quédate con nosotros y mañana, cuando el sol lo ilumine todo y tu estomago esté algo más contento, (porque algo me dice que lo has descuidado un poco), entonces si quieres emprenderás el camino de nuevo.

MARGARITA ESTABA MUY CANSADA Y, ENCONTRÓ EN LAS PALABRAS DEL BUEN HOMBRE UN POCO DE CONSUELO. POR ESO LE SIGUIÓ POR PASILLOS MUY LARGOS EN PENUMBRA, SIN SABER QUE PODRÍA ENCONTRAR EN AQUEL LUGAR TAN MISTERIOSO.

María