martes, 17 de agosto de 2010

EL MUÑECO FELIZ...SEGUNDA PARTE


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Por eso dejó de hacer preguntas, porque mira que era marisabidillo su amigo, con lo pequeñajo que era.

ASÍ NOS DEJÓ NUESTRO AMIGO ALONSO EN LA ÚLTIMA ENTRADA. DESPUÉS DE HABER ESCAPADO DE LA BARRIGA DE LA BALLENA, ESTABAN CONTENTOS DE REGRESAR A CASA.

Llegaron a casa y todavía estaban todos durmiendo. Entraron sigilosamente y Pinocho se retiró discretamente a un rincón como hacía siempre. Alonso se empinó para subir a la cama y cuando iba por el aire se le iluminaron los ojos. Había una caja envuelta encima de su mesita de noche. Llevaba muchas horas de aventuras y realmente tenía sueño y estaba muy cansado. lo cierto es que se sentía destrozado por culpa de aquella ballena que los había engullido. Por el miedo que había pasado, aunque él hubiera hecho todo lo posible porque no se notara. Pero la curiosidad podía más que el cansancio. Bajó de la cama y cogió el paquete. Lo miró dudando si debía abrirlo. Nadie le había dicho que fuera para él. Antes de tomar una decisión miró a Pinocho. era él de entre todos sus juguetes el que se metía en sus cosas, el que andaba siempre diciéndole lo que estaba bien y lo que no. Le miró con atención y parecía que se había quedado dormido. Pero a lo mejor era un truco para despistar pero estaba muy atento a sus movimientos. Le observó durante unos segundos para asegurarse que no le viese abrir el paquete. No quería más sermones por aquella noche. Con un sigilo poco habitual en Alonso, fue abriendo la caja lentamente, con suavidad para no hacer ruido y no despertar a los demás juguetes que dormían tranquilos, sobre todo a Pulgarcito.

¡Guauuuu!, pero que es esto, si es un todo terreno, y una cosa más, ¿que será?,

-Era un mando con unos botones amarillos. Los apretó sin detenerse en pensar demasiado en el estropicio que se montaría en pocos minutos. El coche se puso en marcha y comenzó no solo a correr, sino a dar vueltas y volteretas que parecía que se había vuelto loco. Avanzaba en una gran carrera y cuando encontraba algún obstáculo se daba la vuelta, como si fuera el coche fantástico. Alonso estaba alucinado, no daba crédito a lo que veían sus ojos. Era además un coche precioso, con los colores que le gustaban. Quedó pensativo, ¿podría quedarse con aquel juguete sin tener que escuchar los sermones de Pinocho?

Tan absorto estaba, que ni se había dado cuenta que el ruido que producía el coche a medianoche era excesivo a aquellas horas. Levantó la cabeza y vio a sus padres en pijama que le miraban con cara de sueño. No sabía que decir, porque también desconocía si ellos habían advertido su aventura con Pinocho. Por eso permaneció en silencio a la espera.

-¿Por qué haces ruido a estas horas?, todos los vecinos están durmiendo.

-¿Quien a traído a mi cuarto este coche tan chulo?

-Han sido los abuelos que han llegado de Barcelona, pero ahora vete a la cama, mañana hablaremos.

Alonso se metió en la cama contento, porque después de todo lo que había vivido, la aventura de aquella noche, haber cogido del parque algo que no era suyo, según le había dicho Pinocho, si únicamente recibía la cara un poco sería de sus padres, pensaba que se estaba librando de una buena. Apretó la cara contra la almohada. Quería que ellos pensaran que se había dormido. Su padre apagó la luz y se fueron a descansar.

Al despertar, no sabía que hora podría ser. No le habían despertado para ir a la guardería. Ni siquiera recordaba que era Domingo, con tantas emociones se le había olvidado todo. Pensaba que había dormido mucho, pero no podía saber que hora era. Bajo de la cama y fue a buscar a Pulgarcito que descansaba en un pañuelo que le ponía de colchón cuando iba a algún lugar y no podía llevarlo con él. Su amigo le miró sonriendo como siempre y experimento un cierto alivio. Que los juguetes estuvieran de su parte era una cosa buena. Sin mirar al rincón donde se acomodaba Pinocho se fue a buscar al muñeco feliz. Tenía con él una conversación pendiente. Haría las paces y esperaba conseguir quedarse con él de alguna manera, y además tenía la esperanza, que todos pensaran que era el Muñeco quien deseaba quedarse. Miró en el lugar donde le dejo durmiendo la noche anterior pero no estaba. Empezó a buscarlo por todos los rincones.

-Muñecooooo, Muñecoooo, le llamaba bajito para que los demás no escucharan.


¿DONDE ESTARÁ NUESTRO AMIGO FELIZ, NI ME ATREVO A IMAGINAR QUE HABRÁ HECHO, SOLO Y DE NOCHE. LO CIERTO ES QUE SABIENDO LO AVENTURERO QUE ES NO ME EXTRAÑARÍA QUE SE HUBIESE ESCAPADO DE NUEVO. ESPEREMOS QUE NO SEA PEREZOSO Y SIGA CONTANDO SUS AVENTURAS.

María.

EL RINCÓN DEL LIBRO

2 comentarios:

Maria Naranjo dijo...

Alonso es muy pequeño, y como a todos a esa edad, le cuesta desprenderse de las cosas que cree suyas. Pero parece que tiene buen corazón. A ver si consigue aprender alguna cosa con esta esperiencia.
Un abrazo para todos.
María.

Luis dijo...

Mirando esta entrada, he llegado a la conclusión, que hay muchas ballenas por el mundo con la boca abierta para tragarnos. Solo debemos estar preparados para escapar de la barriga.
Abrazos para todos.
Luis