miércoles, 18 de agosto de 2010

EL MUÑECO FELIZ...SEGUNDA PARTE



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Alonso llamaba al Muñeco pero este no decía ni pío ni aparecía por ninguna parte, ¿se habría enfadado tanto con él que se escondía para no verle?

Entró su madre y le dio un beso. Valla, esto estaba bien, no parecía estar enfadada con él por ninguna razón, no le reñía ni nada parecido.

-¿Sabes que hora es Alonso?, -es casi la hora de comer del mediodía, ni has desayunado siquiera, no se cómo has podido dormir tantas horas.

Lo llevo de la mano al comedor y comprobó que de verdad estaba la mesa puesta. ¡Se había perdido el desayuno!, ¡que fuerte!

Se sentó a la mesa y comió en silencio, porque sus pensamientos lo mantenían abstraído.

-Te ha gustado el regalo de los abuelos ¿verdad Alonso?

-Mucho, en cuanto termine de comer me voy a jugar con él. -Era verdad, estaba deseando jugar con aquel nuevo juguete tan divertido, pero sobre todo estaba preocupado por el Muñeco Feliz, ¿Donde podría estar?, por lo menos no se encontraba en el lugar donde él lo dejó antes de ir con Pinocho en busca de aventuras.

Con el último bocado en la boca se levantó y se metió en su cuarto. Los padres se miraron con la misma extrañeza que la noche anterior. entró en la habitación y se puso a buscar por todos los rincones.

-¿Donde estás?, ¿por qué te escondes?, -buscó, le llamó, pero el Muñeco no aparecía.

Pinocho miró de reojo y sonrió. Él conocía la vena aventurera del Muñeco y sabía el cariño que sentía por Esther su pequeña madre, por Alicia Laura y Rafa. Ellos le estarían echando de menos y esto importaba mucho en aquella cabecita de barro.

Al no encontrar Alonso por ninguna parte al Muñeco, decidió jugar con el coche fantástico que le habían traído sus abuelos de Barcelona y apenas tardó unos minutos en olvidar el incidente.


El Muñeco había escapado aprovechado la noche y la salida de Alonso en compañía de su amigo Pinocho.

Aunque nadie se daba cuenta, el Muñeco Feliz y Pinocho eran en realidad dos juguetes muy diferentes del resto. Ellos tenían un padre y una madre respectivamente, les habían fabricado con mucho cariño, luego les habían dado vida y por eso eran diferentes de los demás. Aunque también los otros fuesen capaces de jugar a partir de las doce de la noche cuando nadie les veía. Pero ellos dos podían hacer muchas más cosas: amar por ejemplo a la familia con la que vivían, sobre todo a sus padres. En el caso del Muñeco a Esther su pequeña madre. Había sido una treta de Pinocho lo de hacer que Alonso saliera por la noche, ya que era la mejor hora para que su amigo escapara de manos del niño, que no parecía muy dispuesto a dejarlo en el lugar donde lo encontró.

Ahora el Muñeco tenía más facilidad para andar por el mundo, ya que tenía piernas y brazos y se desplazaba con mucha más facilidad que cuando contaba sólo con una cabeza y su astucia.
Al salir a la calle anduvo un poco perdido tratando de orientarse. Ya que el viaje de ida lo había hecho metido en la cartera de Alonso y no veía nada. Hasta llegó a pensar, que por alguna razón que no lograba entender se había quedado ciego. Como no conocía el lugar trató de orientarse por los olores. Eso era lo que hacía su amigo el perro. Por el olfato conseguía reconocer los lugares. Trató de dejarse guiar por el aroma del parque, aquellas plantas que olían tan bien y se impregnaban en la nariz del Muñeco. Bien atento continuó caminando, tenía buen cuidado de no tropezar con nada ni nadie que pudiera ser peligroso.
Ya estaba percibiendo el olor de aquellas plantas cuando de pronto una patada lo lanzó por los aires. Voló como si fuera una pelota y luego cayó al suelo de nuevo.

-Mira lo que he encontrado, -decía uno de los chicos que habían aparecido de pronto, sin que él lo advirtiera a tiempo de poder esconderse.

-Es una pelota, espera que la chuto.

El muñeco se quedó inmóvil sin respirar siquiera, aunque lo que más le hubiese gustado es echar a correr veloz para escapar de aquel energúmeno, que pretendía que él era una balón, ¡que cretino!, pensaba el Muñeco. -Acaso no sabe lo que es un muñeco de verdad. Le huviese gustado ver aparecer a su amigo el perro, seguro que subido a su lomo podría escapar. Recibió otra patada.

-Va tío déjalo tranquilo, él no se ha metido contigo. decía el otro chico.

-¡Que lo deje tranquilo!, si casi me ha roto un dedo, le voy a machacar la cabeza con una piedra.

-Él no te ha roto nada, siempre culpas a los demás de lo que tu haces.

El Muñeco había aprendido muchas palabras a lo largo de su vida, pero lo de machacar la cabeza con una piedra no estaba seguro lo que significaba, aunque debía ser algo terrible. Eran dos chicos los que discutían. Uno se le antojó a él que tenía cara de bueno, pero el otro parecía un demonio. Tenía en su mano una piedra enorme. Ni en sus peores momentos había temblado tanto. En realidad no comprendía demasiado aquel movimiento de sus manos que se estendían por todo el cuerpo. De un momento a otro, la enorme piedra caería sobre él, ¿que le ocurriría?

No lograba entenderlo, sin haberle hecho nada, aquel chico decía que quería machacarle la cabeza.

-Que raras son las personas, no hay quien las entienda, pensaba nuestro amigo.

Cuando el corazón le estallaba del tamborileo, vio aparecer al fondo de la calle, un chico acompañado de sus padres. El niño se percató enseguida de lo que estaba ocurriendo y, como un cohete corrió hacia donde estaba el Muñeco. Lo cogió con mucho cuidado, ya se le tiraba encima con la intención de golpear tanto a uno como al otro.

-¡No tan de prisa!, dijo una voz detrás del matón, que con la rabia no se había dado cuenta que el chico no venía solo, y dos personas estaban dispuestas a darle su merecido.

-Si le tocas un pelo, no te quedarán ganas de jugar al balón en toda tu vida.

El Muñeco escuchaba estas palabras que le parecían música celestial. El chico que le había cogido en brazos para protegerle, acercó la boca a su oído para decirle.

-Me llamo Mario, te he visto algunos días en el parque escondido en un rincón para que nadie te pisara, sabes que haremos, te llevaré a casa y, cuando sea de día iremos al parque para que encuentres a los niños que te llevaban por la tarde, ¿te parece bien?

El muñeco no podía ni hablar de tan contento que estaba, su corazón empezó a latir de una forma normal. Miró al chico y le dijo.

¡Gracias Mario!

DESPUÉS DEL DESGRACIADO ENCUENTRO CON UN DESAPRENSIVO, EL MUÑECO TIENE LA SUERTE DE ENCONTRAR A MARIO. AL PARECER ESTE CHICO TIENE UN GRAN CORAZÓN. YO CREO QUE ESTÁ SALVADO.

ESPERAMOS NUEVAS AVENTURAS.

María.
EL RINCÓN DEL LIBRO.

5 comentarios:

Mary dijo...

Dos capitulos del tirón que bueno,lamentablemente hay mucho desaprensivo suelto,pero por suerte aun quedan buenas personas,espero que el muñeco feliz junto a Mario vivan muchas aventuras y aprendan el uno del otro.

Gracias Maria¡!

Un beso.

Maria Naranjo dijo...

Veo que ha aparecido un nuevo personaje en esta historia del "Muñeco feliz"
A ver que podemos aprender de Mario, porque aunque acabamos de conocerlo, a mi me parece que va a ser un chico fantástico.
Mario, te queremos.
María.

Luis dijo...

Como os dije un día me estoy aficionando a los cuentos.
Este muñeco es relamente interesante. Está bien que nos enseñen cosas, tanto los juguetes como los niños.
De igual manera que los personajes que aparecen.
Realmente los más pequeños son lo más importante de la vida.
Saludos.
Luis
Luis.

Mary dijo...

hola soi mario e leido el nuevo capitulo de el MUÑECO FELIZ i me agustado sobretodo el personage nuevo MARIO

¿cuantos capitulos mas haras?


un beso mario

María dijo...

Mario te voy a confiar un secreto que no le cuento a nadie. Cuando yo creo un personaje, al principio pienso que puedo controlarlo. Que puedo escribir sobre él lo que yo quiera. Pero no es así. Los personajes cobran vida propia cuando están en las ondas, o en las páginas. Hacen lo que quieren y se comportan como les da la gana. Dependiendo de como es el personaje tendrá un corpontamiento u otro.
La verdad es, que no sabría decirte, ni cuantos capítulos ni lo que va a hacer Mario. Eso depende solo de Mario, de su personaje. Pero pienso que ahora todo está en sus manos. Espero que sepa cuidar al muñeco.
¿Sabes? - ·"El muñeco Feliz", está en el mueble de mi comedor. Su pequeña madre vive en tu calle, y además pronto será madre, no solo del Muñeco del, también tendrá un bebe.
Que duermas bien Mario.
Un besito.
María