lunes, 31 de enero de 2011

SOY ALAN....2

productos parabebes. com


Como os iba diciendo me gustó mucho mi madre. Ir de un sitio a otro había sido duro, pero valía la pena. Papá y mamá me miraban y me decían cosas bonitas. Nada de estar enfadados por tirarme de cabeza cuando a mí me dio la gana. Todo lo contrario. Son unos papis wuais. ¡Me gustan mucho! Creo que me lavaron, aunque no sé porque estaba sucio, me pesaron, que de eso del peso yo me enteré, porque lo de los quilos todavía no lo controlo.

Me pusieron con mamá en una camita muy estrecha, pero mejor, así estaba pegadito a ella. Después nos fuimos de paseo tan ricamente. Mamá puso en mi boquita una cosa que me gustó mucho desde el primer momento. Me entraron unas ganas de chupar que no podía parar: ufff, que cosa más rica, porque además tengo que estar pegadito a mamá, que casi es como antes, sólo que ahora puedo chupar.

Sigamos:

Por el pasillo encontramos a una mujer que me pareció por su cara familiar, pensé: ¡a que va ser la abuela! -Hay que cosa más bonita de niño, y sabe mamar como si fuera un niño grande, ¡ya está, seguro que es la abuela

Seguimos de paseo y nos llevaron a una habitación donde había una cunita para mí, una más grande para mamá y un sofá para que duerma papi si yo les dejo.

Enseguida llegó una chica guapa como mamá, que me miró con unos ojillos, que yo ya vi que me quería. Me hizo una caricia tan suave que me dormía: esta va a ser una tieta. Todavía no se las que tengo, bueno ya irán viniendo, porque parece que soy un chico con suerte. Al rato llegó un chico, como yo pero grande. Puse mucha atención a ver si su cara me era familiar. Quiero decir si era de la familia. A los dos segundos decidí que sí era de los míos. Otro que me cogió con mucho cuidado, como si fuera a romperme, -¡pues anda que no soy yo fuerte!

Papá andaba por hay con una cosa en las manos que yo aún no conozco. No sé si ya se le habría ocurrido hacerme una foto, con lo pequeño que soy. La que decía que yo era muy guapo esperaba callada en un rincón su oportunidad de hacerme mimitos que estaba deseando. Pero yo en realidad, pensaba todo el rato, en esa cosa tan rica que sólo me da mamá. Entonces se abre la puerta y entra un hombre, también con cara familiar: ¡A que va a ser el abuelo!, bueno, nada más entrar, me mira y se pone a llorar a moco tendido, ¿habré hecho algo mal sin darme cuenta?, mira que yo no quiero conflictos, que sólo quiero mamar como decía la abuela y acurrucarme con mamita. Parece que le pasó aquello de las lagrimitas y ya me miraba más tranquilo ¡Decididamente es el abuelo!

Yo intentaba estar tranquilo con mamá, pero como ya os he dicho que soy un chico con suerte, llegaron a verme a mí, un hombre, una mujer y una chica jovencita, que no sé si son tíos o primos. Bueno ya me iré enterando poco a poco, que a mí lo que me interesa ahora es otra cosa.

Sólo había pasado un rato cuando empiezo a escuchar unas voces que me eran familiares. puse el oído muy atento, porque en ese momento estaba yo en mi posición favorita y no quería distraerme en otra cosa. Pero el oído si que podía estar atento. ¡De pronto las reconocí!, ¡eran las chicas!: la Sacarina y todas las demás, que aunque con los nombres me hago un lío, vaya si las conozco a todas. Se pidieron turnos para cogerme. Me resigné, porque en el fondo me gustan los mimitos. Aunque mi pensamiento sólo estaba en la lechita de mamá. Pero bueno, yo aguantando como un hombre. De vez en cuando, miraba a papá y le veía las ganas de cogerme y decirme cositas. ¡Jo!, que suerte que tengo.

Así pasaron no sé cuantos días, porque aún no sé contar. En cuanto tenga un ratito lo aprendo, que seguramente eso será importante.

Un día me ponen un traje muy bonito y dicen que nos vamos a casa. ¡Madre mía!, vaya aventura, ¿como será mi casa?

Por el camino, papá me iba dando mi primera lección de mecánica con todo detalle. Hay fue cuando descubrí qué era el huevo. El huevo era el coche donde íbamos los tres tan ricamente. Me daba todos los detalles para que yo aprendiera, pero era un poco de lío y no tardé en pensar en otra cosa.

Cuando entramos en casa estaba la abuela, que yo ya me había quedado con su cara y con su voz, el abuelo y una abuela que era más viejita que la primera que vi. Entonces me quedé yo pensando si sería esa mi casa. No estaba seguro, pero de todas maneras sí era mi casa, porque me sentía como en casa.

Después fuimos a la que creo que es la mía de verdad, aunque tenga otras.

¡Sorpresa para mí!, yo no sabía cuantos abuelos hay que tener, pero esa tarde llegaron un hombre y una mujer, que otra vez me parecieron familiares, ¿a que van a ser otra vez abuela y abuelo!, no sé cuantos tendré. Papá lo aclaró enseguida, diciendo que eran mis abuelos de Madrid, que habían venido sólo para verme. Otra vez mimitos y. ¡Hay que niño tan guapo! No sé si tienen los mayores esa costumbre, o si de verdad seré un chico afortunado. Ahora dormiré un ratito, porque tengo un sueño..., y luego cuando empiezan a venir a verme, no sé si podré con tanto: Alan por aquí, Alan por allá.

Bona nit.

Alan

María

4 comentarios:

Olga dijo...

¡PERO QUE BEBE MÁS DIVERTDO ERES ALAN!
SIGUE CON ESE RITMO QUE VAS BIEN.

PRECIOSO MARÍA.

BESITOS.
Olga.

Mary dijo...

Alannnnnn,chiquillo tan pequeñito y ya nos haces parte de tu vida con tanta gracia, fíjate Alan,me he emocionado justo en el momento que entraba tu abuelo,(el primero)...espero que me vallas contando,como dice Olga eres muy divertido.

Muuuuuak¡!

Sol dijo...

Alan,despues de leer lo cuentas parece que estoy viendo tu cara. Tienes que ser guapísimo.
Un besito muy fuerte.
Sol

Luis dijo...

Muchos besitos Alan.
Luis