sábado, 26 de noviembre de 2011

AMANECER...LIBRO



-Elisa, cuéntanos que significa la felicidad para ti -dijo en esta ocasión Isabel, dirigiéndose a una niña que se encontraba en la sala. Elisa se puso en pie, era redondita, de rojas mejillas y mirada juguetona.
-No sé -dijo en voz alta para que todos pudiéramos oírla-. Yo estoy contenta. Antes, cuando me marché de mi casa, donde vivía con mi mamá, me sentía muy triste, alguien me dijo que mi mamá también estaba triste, que ya no reía y que a veces lloraba. Yo no tenía gana de jugar con los otros niños y cuando me veían sentada en un rincón mirándolos, sin ganas de nada, preguntaban:
-Elisa, ¿quieres que te haga algún regalo?
-Quiero ver a mi mamá...
Y cuando llegaba mi cumpleaños preguntaban de nuevo
-Elisa, ¿qué regalo prefieres para tu aniversario?
-Quiero ver a mi mamá.
Y como siempre pedía la misma cosa, un día Matías y Flavio me acompañaron en un viaje, que en realidad no fue tan largo como yo llegué a pensar. Durante el trayecto me dijeron que no podía hablar con mi mamá, pues con el paso del tiempo las cosas no vuelven a ser como antes.
-Pero, ¿podré mirarla? -pregunté.
-Tanto como quieras.
-¿Y también podré acariciarla?
-Desde luego.
-¿Me dejareis darle besitos como a mí me gusta?
-También.
-¿conseguiré también dormir con ella?
-Sí, también podrás dormir con ella -me dijeron.
Cuando llegué a casa mi madre dormía plácidamente, pero incluso dormida tenía una expresión triste; entonces la acaricié, le di besitos durante mucho tiempo, llené su habitación de besos, y entonces se veía todo el espacio como el cielo lleno de estrellas, me metí bajo las sábanas junto a ella y nos dormimos juntas las dos. Conseguí que sus sueños y los míos se unieran y se convirtieran en uno solo. Nos cogimos de la mano, igual que hacíamos hace mucho tiempo, y nos fuimos al campo. Perseguimos animalitos, jugamos juntas las dos y entonces su expresión se volvió otra vez alegre y rió de nuevo. Nos tendimos luego en la hierba boca arriba mirando al cielo para que todos nos vieran felices. Por la mañana nos despertamos a la vez, me senté en la cama a mirarla y pude comprobar que tenía la cara alegre, pero esperé un rato porque quería verla reír de nuevo. Desde aquel día estoy contenta, porque ahora sé que, después de aquel encuentro habrá muchos más, hasta que volvamos a vivir otra vez juntas como queremos las dos.
María

4 comentarios:

Luis dijo...

Precioiso fracmento. Elisa y su madre seguro que vuelven a vivir juntas algún día. Saludos.
Luis

Elena dijo...

Qué diálogo más tierno. Besos para Elisa y su mamá.
Elena

Mary dijo...

Este libro cuando callo en mis manos experimente toda clase de emociones pero la que más predominaba era la paz interior de cada personaje.

GRACIAS MARIA POR TUS LETRAS¡!

Anónimo dijo...

Precioso libro. pero lo bebería conocer mucha gente. Lástima que esto se haya convertido en un negicio y no importen los libros importantes de verdad
Anónimo