sábado, 10 de diciembre de 2011

LA GLORIA

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A su llegada al pueblo Paquita encontró las calles más estrechas, las casas habían disminuido su tamaño encogiendo los tejados, arrugándose las paredes sobre sus cimientos, tal vez avergonzadas de la precariedad que impregnaba cada rincón. Qué pobres estaban las plazas, apenas se destacaba una fuente, que no era más que un grifo enrrubinado del que nadie osaba beber. Las plantas que un día adornaban un pequeño espacio dedicado a embellecer el lugar se había momificado, nada se había hecho para sustituirlas.
Al doblar una esquina vio a Ángel y el pulso se le aceleró: Ángel había sido su novio durante un tiempo. Recordaba aquellos días, quizás como los más felices de su vida. Los dos quedaron un poco aturdidos por la indecisión de saludarse, o seguir cada cual su camino. ¿y de hacer lo primero en qué forma? si darse un apretón de manos como si fueran meros conocidos, o quizás abrazarse con el calor que posiblemente deseaban. Unos segundos duró la indecisión. Qué desorden en aquellas mentes que sin embargo querían ordenarlo todo, como si fuera un libro por capítulos.
-Paquita, -la voz brotó cálida de los labios del chico; unos brazos la rodearon estrechándola con fuerza sobre su pecho, como si hubiese estado perdida y acabara de encontrarla.
-¿Cómo te va?, -las palabras sin embargo sonaron pobres, escasas y el efecto del abrazo se diluyó como polvo en un camino transitado.
-Me va bien, he vuelto a ganar el primer premio, volveré más adelante a concursar en otras ciudades, es muy emocionante ¿sabes?
-Imagino que lo será, sino, no habrías ido. Pero de verdad, ¿necesitas que alguien te diga lo guapa que eres? ¿acaso no te lo digo yo?
-No empecemos Ángel, eso es agua pasada, mi vida es mía y yo decido cómo vivirla.
Un torbellino les envuelve; se encuentran en un laberinto del que no encuentran la salida. Pueden ver en su memoria las tardes cuando al atardecer se encontraban bajo los árboles abrazados, experimentando el sabor de la piel, sintiendo que la sangre recorría con exaltación sus venas y alteraba el pulso. Por un segundo la chica hubiera querido perderse en los brazos cálidos, olvidarse de todo lo demás, de aquellos proyectos que tenía ante sí  y por un momento tuvo miedo de aquel futuro, porque lo vio frío y carente de valor, pero sólo fue un instante.
-Tengo que irme, aún no he llegado a casa, -y se fue calle adelante sin mirar atrás.
Allí quedó Ángel guardando el calor de aquel abrazo en su piel. Se miró la ropa del trabajo y, reconoció que no iba demasiado presentable para reconquistar de nuevo a la que en realidad siempre fue su amor.

María

2 comentarios:

Mary dijo...

Venga Ángel no te des por vencido tu puedes,el AMOR lo puede todo,lucha por ella...Maria,no creas que me he olvidado de como conocimos a Paquita, pero déjame vivir este momento por favor, que romantico me mueroooooooooooooooooooooooooo, continua pronto Por Dios¡¡¡¡ ten compasion de mi.

Muuuuak.

Luis dijo...

Poco a poco vamos entrando en el entramado de esta gloria que aún no ha llegado. A ver qué pasará
Luis