martes, 27 de marzo de 2012

MARTÍN EL CARACOL....CUENTO

floresyplantas
Me ha despertado un rayo se sol que ha calentado mi casa. Antes se había derramado una lluvia suave que lo acariciaba todo, como si no quisiera estropear ninguna de las plantas que hay en el campo. Ni de las frutas que ya están madurando. En cuánto he despertado me he sentido feliz. Está fresquito todo de la lluvia y junto con este calorcillo que nos regala el sol, yo diría que no se puede pedir más. Algunos animales nunca están contentos y se quejan de todo. Imagino que no agradecen a la naturaleza el regalo diario de poder vivir en este campo precioso.
Corre una brisa suave y es ella la que me trae las voces de todos mis amigos. A las mariquitas les gusta saltar de una planta a otra, mientras van saludando a los vecinos y dibujan de colores y lunares el entorno.
Parece que todos los habitantes del campo se han despertado pronto como yo y están pletóricos por el regalo que hoy nos ha hecho nuestra reina naturaleza.
Parece que nos ponemos de acuerdo y apenas sin palabras, todos empezamos a levantar nuestras antenas, deslizándonos sobre la tierra húmeda. Luego nos subimos en alguna hoja tierna para darnos un gran banquete. Quiero decir los que somos caracoles, porque otros de mis amigos se mueven de forma diferente. Algunos vuelan, y otros caminan muy de prisa; pero todos tenemos algo en común, queremos darnos un atracón, gracias a las plantas que crecen aquí y son un verdadero lujo. Como están tan saludables, tienen un sabor algo dulzón, un tanto aromático que se puede oler, y tan agradable que es una verdadera fiesta para nuestro paladar.
Esto que cuento parece un paraíso, pero mi mamá que es muy sabia, me ha dicho que no es oro todo lo que reluce, -y entonces yo le pregunté, -qué quería decir eso de oro y de reluce.
-Mira Martín, hijo mío, me dijo con la cara de estar un poco preocupada. -Si quieres vivir en este sitio tan bonito, lleno de ricas plantas, has de aprender algunas cosas. La primera es agradecer al sol esos rayos que nos envía y que son tan importantes para nosotros. Y también al cielo la lluvia con la que riega los campos y nos da fuerza para caminar, deslizándonos sin mayor esfuerzo por este precioso campo. Tenemos además que tener mucha precaución, porque todo esto que tú estás viendo no es únicamente nuestro.
-¿De quien es entonces?
-Bueno, es nuestro desde luego, pero, tú has visto a unos seres humanos muy grandes, que vienen por aquí, que traen herramientas, que siembran plantas y luego las riegan si no llueve, dejándolo todo fresquito y con ese aroma fantástico a tierra mojada; pues tienes que tener cuidado con ellos. Cuando los veas procura replegarte, esconderte todo lo de prisa que puedas, y mientras ellos miran cuánto han crecido las plantas, tú te mantienes oculto donde no puedan verte. Cuando compruebes que se han marchado, ya puedes salir i recorrer las plantas, y comer a tus anchas con tranquilidad, sin prisas, porque cuando ellos se van el campo es todo nuestro.
-¿Y qué pasará si estoy distraido y no me doy cuenta de que han llegado los humanos.
-Verás, eso es casi imposible, porque meten mucho jaleo, hablan y cuando se mueven parece que tiembla la tierra; pero en cuánto a tu pregunta, pueden pasar varias cosas: una de ellas, que es terrible, es que te pueden pisar, incluso sin darse cuenta y cuando te enteras, tú ya tienes las tripas fuera y la casa machacada. Luego hay otro peligro importante; en algunos campos, los hombres que se ocupan de labrar la tierra, traen a veces unas bolitas que si no las conoces, te crees que es una cosa muy buena, porque la verdad es que parece una golosina y ya sabes cuánto os gusta a los pequeños caracoles las golosinas. ¿Tú sabes lo que pasa con esas bolitas?, pasa, que cuando te las tragas ya estás envenenado, así que debes recordar todo lo que te he dicho hijo mío. Procura también tener muchos amigos, porque siempre te pueden echar una mano en un momento de apuro. Con ellos también debes divertirte, para que la vida sea una fiesta. Sobre todo debes recordar todo lo que te he dicho cuando me haya marchado, porque yo tengo algunos compromisos, y por esa razón ya va siendo hora de que te independices.
Aquellas palabras que me dijo mi madre aquel día fueron muy importantes para mí y no las he olvidado. Las recuerdo cada día antes de salir por ahí, ya que, con estos consejos en el pensamiento, creo que puedo librarme de todos los peligros de los que ella me habló.
Ahora voy a buscar a mi amiga Carcolina, que ayer se quedó a dormir en casa de una amiga, bajo unas margaritas que están ya muy crecidas en un rincón algo lejos de aquí. Pero a pesar de la caminata que me espera, voy a ir a buscarla.
Habíamos quedado el día anterior para hacer una excursión, Aunque entonces todavía no sabíamos la suerte que nos esperaba con esta lluvia bendita.
Arrastro mi casa con toda la fuerza de que soy capaz para llegar al lugar de mi cita a tiempo. Es que tengo mucha ilusión de encontrarme con Carcolina; porque ella en realidad es una amiga muy especial: ella es alegre y ríe siempre, y por si eso fuera poco, es la Caracolilla más bonita que he visto nunca.
Abro mucho los ojos, porque estoy sintiendo un rumor justo delante de mí, unos murmullos acelerados, cuchicheos que no cesan, y pronto descubro que, corriendo como locas, van unas hormigas formando una hilera impresionante...

María

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2 comentarios:

Mary dijo...

Que alegría¡¡¡¡¡ Martín, has vuelto con la primavera.

besitos¡¡¡¡¡

Sol dijo...

Este caracol es muy listo, estaré atenta a ver como acaba este cuento.
Abrazos para todos