sábado, 3 de noviembre de 2012

LAS TRES INTRÉPIDAS

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M. Eugenia, Julia y Patri continuaban su viaje entre el vaivén y las conversaciones que no cesaban en aquel vagón del tren. Habían dormido un poco, pero ahora estaban muy espabiladas. Cuando faltaba poco para llegar a su destino, empezaron a arreglarse un poco el pelo y la falda por si había alguna arruga. La mujer del departamento volvió a preguntar quien les esperaba en Barcelona.
-Mis padres, -dijeron casi a la vez como de costumbre. Estaban algo nerviosas porque no sabían qué podrían hacer al llegar a su destino. Ellas eran muy valientes, pero de qué les serviría si no sabían qué hacer ni donde ir. Sus pasos cortos recorrían de arriba abajo el pasillo del tren. Por un lado, para calmarse ante la inminente llegada a lo desconocido. Lo de la aventura les había emocionado, pero no habían pensado demasiado en las consecuencias. Por otro lado, querían quitarse de encima a la mujer que quería saberlo todo. ¡Qué pesada!
Al llegar a la estación de Sants en Barcelona, vieron mucha gente circulando de un lado para otro. Todos caminaban de prisa con sus maletas y bultos sin pararse a mirar a ningún sitio; casi corrían. Ellas con sus escasas pertenencias se quedaron en el anden, esperando que se fuera la mujer pesada, entonces pensarían qué hacer, ya que no tenían ni la más remota idea. Cando todo parecía despejado, cogieron cada una su bolsa diminuta y se dispusieron a subir por la escalera mecánica. Se sentían muy importantes de subir solas la escalera con sus bolsas de mano, como si fueran unas chicas grandes. Iban muy derechas, con la cabeza muy alta disimulando que no sabían donde ir. De pronto, de una esquina apareció la señora pesada. Se llevaron un susto tan grande de ver que las esperaba, que dieron un grito a la vez, sincronizadas como siempre. Se quedaron con la boca abierta y mirando con unos ojos inmensamente grandes.
-Y bien, ¿no me vais a presentar a vuestros padres?, les dijo la mujer sin inmutarse.
Las tres se miraron como hacían siempre para ponerse de acuerdo y salir del apuro. Pero lo cierto era, que parecía ser que se había acabado la aventura. Las palabras parecía que bailaban a su alrededor, pero no eran capaces de salir se sus bocas, que se habían quedado algo secas del susto. Movieron la cabeza como si dijeran.  -Vale, nos rendimos, estamos solas en Barcelona y no sabemos a donde ir.
-A ver niñitas, puedo hacer dos cosas, llevaros esta noche a mi casa, o por el contrario llevaros a una comisaría de policía, y que ellos se encarguen de meteros en un tren hacia Granada.
-Eso no por favor, llévenos a su casa, ya verá usted que nos portamos bien.
-¿Hablaréis mucho?
-Que va, si nosotras cuando queremos somos mudas, de verdad, -dijo la mayor
-No diremos ni pío si usted no quiere, -decía la de en medio y la más pequeña ni prestaba atención, dándole vueltas a la cabeza.
-Bien, seguidme.
La mujer llamó a un taxi y todas se colocaron dentro, el equipaje de la señora y las tres pequeñeces que ellas llevaban para el viaje. Llevaban la cabeza tan llena de pensamientos que no se fijaban en nada. Cuando se detuvo el vehículo, vieron que tenían delante una casa vieja y no se veía nada más.
La mujer les dio algo de comer y les llevó a una habitación grande, con una cama enorme donde tenían que dormir las tres. Las paredes estaban bastante sucias y la pintura levantada que casi se caía a trozos. Antes de dormirse se movían inquietas, ya que no sabían donde se habían metido.
-Y si es la bruja de Hansel y Gretel, dijo Patri
-Podrías decir mejor de la Casita de Chocolate.
-Y que más dará si es el mismo, si es una bruja, ya veréis lo que nos pasará.
Se quedaron fritas y durmieron toda la noche como troncos.
Estaban en el séptimo cielo cuando la puerta se abrió con brusquedad
-Señoritas, qué tal, ¿estais dispuestas ya para ir a trabajar?
-¡Trabajar!!! ¿Donde?
-Ya os lo diré, vosotras venir conmigo, primero vestiros y después trabajaremos un poco antes de desayunar.
-Qué morro.
-¿Qué habéis dicho?
-Nada nada.

María

2 comentarios:

C. Patricia Díaz dijo...

MIRA QUE VAN A DAR JUEGO LAS TRES INTRÉPIDAS, YA SE LO HE MANDADO PARA QUE LO LEAN. BESOS

Mary dijo...

Esta historia promete, venga¡¡¡¡ haber que pasa.

Besos.