lunes, 15 de julio de 2013

MIS PRIMERAS COLONIAS


Unas colonias para recordar toda la vida

Hemos ido de colonias: con mis papis, mis amigos y además había animales. Ya os he contado cómo me gustan los animales. Aunque los bichitos me dan un poco de miedo: el otro día, cuando estábamos en el huerto del yayo jugando con caracoles, me puso uno con cuernos en mi barriga, cuando lo vi allí, ni sabía si era un caracol o un bicho grande. Pegué un grito y un salto, y cuando bajé al suelo, lo aplasté como al pulcino pio, me asusté un poco, pero después seguimos jugando.
Bueno sigo con las colonias: llegamos a una casa muy grande donde había más gente de colonias . Esta vez no vinieron ni Joel ni Pau, pero sí Ainhoa, Hugo y Nina y jugamos mucho, y comimos y sobre todo bailamos el Gangnam style. Hasta subimos a bailar a un escenario donde no bailaban niños, pero una señora me vio que bailaba mucho y dijo: -Ese niño que suba también y me puse a bailar con la Bioque. Cuando llevaba un rato, pensé en mamá y me fui corriendo con ella y le dije: -mami, me vengo contigo.
Los caballos que había eran muy bonitos y las vacas tenían tetitas, eso es porque sus hijitos maman de su mamá. También el burro era muy bonito y parecía que lo pasaban todos ellos muy bien en aquel sitio.
Hacíamos excursiones al campo muy divertidas, la verdad es que a veces me cansaba un poco, porque yo ando mucho, pero es que soy pequeño todavía. A veces digo: cógeme para que vallamos más de prisa. Fueron unos días muy divertidos, comíamos mucho, jugábamos casi todo el día y nos quedábamos tan tarde de fiesta, que en cuánto paraba un momento me quedaba dormido. Pero aguantaba muchísimo.

A veces cuando veo llorar a otros niños en la calle, me doy cuenta que a mí no me gusta llorar, cuando era pequeño tampoco me gustaba. A lo mejor cuando lloran es porque les duele algo, o estarán enfadados. A veces me dan ganas de preguntarles, qué les pasa, pero algunos niños no dicen nada cuando les preguntas. No sé por qué será. El otro día el yayo le preguntó a un niño cómo se llamaba. Nos miró y no dijo nada. Yo dije: "es que no se acuerda", pero tampoco respondió. Quizás no le gusta hablar tanto como a mí, que el papi dice que soy un brasas. Pero otros niños del parque, sí que hablan conmigo y son mis amigos.
Cuando me caigo y me hago daño, a veces lloro un poco, que hasta me caen las lágrimas por la cara, pero muy poco, porque no me gusta. Otras veces me enfado y me tiro al suelo, pataleo un poco y enseguida me quedo tranquilo, así no tengo que llorar, me levanto y como si nada. Otras veces me pongo a andar a gatas como cuando era pequeño  para que se me pase el enfado.

El otro día fui a la heladería del tito Alex, que me había dicho la yaya que venía también un niño como yo y podíamos jugar, pero él no pudo venir, dice la yaya que otro día vendrá y podemos ser amigos. Fuimos en tren y vimos muchísimos trenes. También vimos una fiesta en Barcelona, sé que era una fiesta porque había música.
Otro día fuimos a la casa de la playa para celebrar el cumpleaños del tito Rafa. Estuvimos también en el paseo marítimo y fui con la moto que corre mucho y lo paso muy bien. En la playa no estuvimos porque había nubes y hasta llovió un poco. (Cuando llueve es porque se enfadan las nubes y entonces echan agua para abajo, que me lo ha dicho papá). Pero comimos en la terraza, soplamos las velas el tito y yo y luego le di los regalos. Yo me emociono cuando abro los regalos, aunque no sean para mí. Por la tarde estuvimos en el puerto: allí, dentro del agua había muchos peces pequeños que iban muchos juntos nadando y de pronto se alejaban volando. También había en el puerto unos señores que tocaban música y otros estaban escuchando sentados enfrente en unos escalones. Después nos fuimos al parque y me subí en un tobogán por un sitio que era difícil, porque había que subir por unas cuerdas; pero arriba había un timón de barco para conducirlo, después me tiraba y volvía a subir por el sitio difícil. Había un niño más grande que yo, pero no hablaba, le preguntamos cómo se llamaba, cuantos años tenía, si quería jugar conmigo, pero nada, no decía ni una palabra. Al final la yaya dijo que a lo mejor el niño no podía hablar por alguna cosa. Él niño se quedó un poco parado escuchando lo que decía la yaya, entonces se alejó un poco y dijo unas palabras para que supiéramos que sabía hablar, y sabía, pero ya no dijo nada más.
A mí me gusta saber todas las cosas que pasan, y las que no sé las pregunto: mamá qué estás haciendo, papá, eso qué es, yaya por qué vamos por aquí, y por qué, Yayo donde vamos, y por qué, y por qué, es que quiero enterarme de todo. Es que si no pregunto no me entero de las cosas y quiero saberlas.
Un día llamó la yaya por teléfono a casa y cuando lo cogí le dije. yaya, estoy aquí pero todavía no he llegado. Mamá se puso a reír y la yaya también, no entiendo mucho por qué se reían, creo que es una palabra como otra cualquiera, pero ellas se reían un montón y no me enteré qué es lo que tenía tanta gracia.
Han pasado más días y como en nuestra familia parece que cumplimos muchos años, enseguida fue el cumple de la tita Alicia. Fue un día buenísimo, porque además de bañarnos en la piscina, estuve regando las plantas con una regadera nueva que me ha comprado mi tita Alicia. Pero no estaba el tito Alex porque tenía que estar en la heladería por si iba algún niño y quería un helado de tres bolas mismo
Alan
 

1 comentario:

Luis dijo...

Alan, estoy revisando, todos los cuentos de Alan que no había leído. Me estaba perdiendo muchoas cosas campeón