miércoles, 14 de agosto de 2013

DEL LIBRO DE LAURA

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Mientras acontece un amanecer y los débiles rayos del sol comienzan a tormar más cálida la brisa, igual que aquel amanecer tiempo atrás, cuando Laura, rodeada de sus amigos y de su hermano, desde la playa miraba al cielo dejando que los primeros rayos calentaran y dieran luz a aquellos ojos medio dormidos aún a tan tempranas horas de la mañana,
la siento llegar entre los primeros indicios de sol y mis últimos sueños de la noche. Y puedo sentir su tierno abrazo, su cálida ternura, su cariño y su recuerdo, que son una misma cosa.
No ha sido fácil sentirla así. No ha resultado sencillo respirar el aire para que ella respire, sin desgarrarse mis entrañas, sin que el fuego abrasara mi pecho. Ha sido dura la lucha que aún se mantiene. Cada hora, cada minuto ha sido un esfuerzo muy grande, ha resultado agotador abrir los ojos cada mañana sabiendo que no vería su rostro.
He sentido deseos de evaporarme en el aire, de dejar escapar mi alma a la búsqueda del alma más pura, pero ha sido su amor, ha sido su incomparable dulzura, han sido los atentos desvelos que ella me prodigaba, han sido nuestras promesas de permanecer unidas por siempre las que me han permitido superar los días, y los meses y también los años.
Y las  horas increíblemente largas las he llenado con sus palabras, de sus gestos, de sus caricias, hasta convencerme que jamás se alejará de mí.
 
María

1 comentario:

Luis dijo...

Entrañable, como todos tus escritos