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Por su excelente virtud,
dedico esta redondilla
a una afamada morcilla
que agasaja mi salud.
En cada pueblo, le dan
un toque que hará el placer
de quien -con vino y con pan-
presto se la ha de comer.
La de mi villa natal
se me muestra incomparable.
¡Qué color tan natural!
¡Qué sabor tan agradable!
Años ha de su existencia.
Nos revitaliza el Eros.
Los más recios caballeros
se inclinan en su presencia.
Un sabor fuerte y picante.
Blanda, suave y esponjosa.
¡Tan gordita y tan hermosa...!
Corte fino y elegante.
El aceite ya está hirviendo...
Ya ha caído en la sartén...
Poco a poco se va haciendo
con las vueltas que le den.
En una tripa -embutida-
revienta con el calor.
Al aliento le da "vida".
A las mejillas, "color".
Con gula salgo a su encuentro:
fuego que me ensancha el alma,
volcán que me quema dentro.
Ansioso... pierdo la calma.
Gustosa como ninguna,
delicia de mil deidades...
Medicina de mi hambruna
cuando el paladar me invades.
¡Qué sensación placentera!
¡Me ha sentado como a Dios!
¿No me sacia la primera?
¡Entonces, me como dos!
Voy a tener que acabar.
¡Vaya hambre que me ha entrado,
sólo con estar soñando
tan exquisito manjar!
¡Morcilla tan deleitosa!
En mi mesa, compañera.
¡Sé, tú, mi más fiel esposa!
¡Quiero tenerte a mi vera!
¡Que aproveche!
Luis Arrax
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