A LAURA
Ángel de luz, alondra tempranera,
que un día me llamaste, y fui enseguida
para escuchar tu dulce primavera:
brisa de amor en la doliente herida.
Fragancia inmarcesible de otra esfera,
con otro sol de eterna amanecida.
Cultivas un vergel, que ya quisiera
gozarlo el mundo en tierra prometida.
Deja caer tu néctar y ambrosía,
que nos sacien las ansias incompletas
de infinitud, de vida no engañosa...
Y sientan nuestras almas melodía
de lirios, madreselvas y violetas,
de nardos y magnolias con tu rosa.
Francisco Quintana
2 comentarios:
Muy bonito, de verdad Francisco, gracias Maria por darnos la oportunidad de leer cosas tan bonitas, precioso Ángel de Luz..¡¡¡
Un abrazo.¡¡
Mil gracias por un poema tan bonito.
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