domingo, 20 de julio de 2014

MI PASTORCILLA... SEGUNDA PARTE... DE ANDRÉS CEREZO

mi-pinac
                  
CUARENTA AÑOS DESPUÉS
                   
                     II

¡Qué triste es la ley de vida!
y qué amargo tiene su fin,
la persona más querida,
la que te hace más feliz,
tienes que verla morir
y eso nunca se te olvida.

Jamás se cura la herida,
nunca deja de sangrar,
tengo el alma dolorida
y una llaga sin curar.

Aunque me vean que lloro,
no me voy a avergonzar,
porque un hombre cuando llora
es que tiene porque llorar.

Me acongoja el meditar,
se me nubla hasta el sentido,
con una espina clavada
y el corazón mal herido.

Estoy mustio y deprimido,
perdí toda la ilusión,
vivir, no tiene sentido
la vida, si no hay amor.

Al cielo, Dios se llevó,
el gran amor que he tenido
y lo llevo en el corazón,
donde no cabe el olvido.

Voy por la bruma perdido,
sólo encuentro oscuridad,
estoy en el lodo hundido,
¡qué triste es la soledad!

La fuente de mi querer,
ya se agotó el manantial,
una enfermedad cruel
le hizo pasar el umbral,
para nunca más volver.

Aunque el amor de otra mujer
ocupase su lugar,
podré tener un placer,
podré dejar de llorar

y hasta volver a querer,
pero jamás de olvidar
a quien quise de verdad,
que se llamaba Isabel.

Andrés Cerezo




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