La convivencia es muy bella,
¡pero qué poco reluce!
el amor que la produce
va lentamente con ella.
El egoísmo atropella,
la luz de la trascendencia,
ni el talento ni la ciencia
apagan la rebeldía
y triunfa la tiranía
sin conocer la conciencia.
Un sabor amargo y fuerte
que mana de la metralla,
en los campos de batalla
que van sembrando la muerte.
La sangre humana se vierte
de Palestina a Israel,
el odio insano y cruel
va provocando el conflicto,
donde mataron a Cristo
le dieron rienda a Luzbel.
Ni Dios con su poderío
le quita las riendas
al libre albeldrío,
de los que gobiernan
el planeta tierra,
que se lo reparten
con hachas de guerra
y apagan el fuego
con leña y con sangre,
mientras que los pobres
se mueren de hambre.
(Fandangos)
La paz y la convivencia
no acaban de florecer,
enturbian la persistencia,
la envidia y el interés
la mentira y la violencia.
En toda la humanidad
carece el compañerismo,
la paz no florecerá
mientras dure el egoísmo
la injusticia y la maldad.
Andrés Cerezo
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