mi abuela estaba muy delgadita.
al calor de la lumbre
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MI ABUELA
Aquel día te vi
muy pálida
Junto al
chisporroteo de la lumbre.
Con las sombras de
las llamas
te vi aún más
pálida.
Una historia se
intuía en tu mirada.
El mapa del tiempo
sobre tu fina piel,
y en esos ojos que
bailaban los recuerdos
yo solo encontré
ternura.
Me mirabas, y
guardabas tu triste historia.
Para mí, solo tu
sonrisa.
Me gustaba
mirarte, subir las escaleras,
ver la cámara, la
pared de la iglesia,
el cantarillo de
barro
calentándose al
fuego, y tu bondad.
En tu recuerdo,
esos ojos verde mar
que se alejaron
por el mar, y que regresaron
sobre las aguas
con su cariño intacto.
No sé cuánto duró
esa felicidad.
No tengo tantos
datos. Pero sé,
que otros planes
se escribían sobre las nubes.
Cuántas lágrimas
derramarían tus ojos
cuando se apagó la
luz de aquellos ojos,
cuando el nido
quedó vacío con seis retoños que
alimentar.
Se escribía un
nuevo guión.
El sol emergía
cada día, la luna te miraba
desde el infinito
y esparcía su blanca luz.
Saltaba el corazón
en mi pecho, cuando
bajaba la cuesta,
entraba a tu casa, cogía
el cantarillo y lo
llenaba en la fuente,
y otra vez lo
calentabas en la lumbre.
No sé por qué se
quiere cuando se quiere,
pero, después de
sesenta años aún puedo oler
tu aroma, notar
tus manos, tus caricias.
La vida nos da y
nos quita, nos lleva y nos
trae como muñecos
de trapo, a veces sin
rumbo fijo.
Pero yo, sigo aquí
recordándote.
María
María
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