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Notaba en mi ser, un nuevo crisol.
No sé lo que en mi interior nacía.
A pesar que, lo que en mi alma crecía
le hacía mil sombras, al vasto sol.
Y el ocaso, en su orto dorado, sonriente
se proyectaba en mí, atónitos los ojos.
De mi cara se escapaban mis enojos
alisando como pétalos mi frente.
¡Había tanta paz… tanta y sin medida!
en el discurrir de mi sangre era evidente,
en los pliegues de mi faz estremecida
se tornaban mis gestos elocuentes.
Ya, sintiéndome alegre, alienada…
dirigí mi mirada hacía las rosas.
miré a mi entorno con la mirada anegada
y me hablaron de existencia… las cosas.
Volaba la mariposa hasta perder el aliento
y posarse bella y graciosa en una flor.
Corría el gamo ligero contra el viento
a la búsqueda de un pasto mejor.
Por doquier hay expresión de vida
se muestra con coraje y furor.
Pero… ¡Ay del hombre! no la cuida…
Etiquetado como loco depredador.
Auri
3 comentarios:
Auri, artífice de la rima, de pequeñas historias que dentro de una realidad emiten belleza, una belleza que nos deleita.
Muy bonito, Auri. Has construido imágenes, metáforas... que le dan al poema un brillo especial.
Luis
Gracias amigos, compañeros de A Trenc d'Alba, María, Luis.
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