Vi a la aurora que ceñía
al patio de los naranjos
mientras tu alma dormitaba
en una cuna de nardos.
El Guadalquivir es niño
amamantado en tu pecho
y San Rafael que lo acuna
lo va adentrando en su lecho.
Tienes Palacio escondido,
su belleza clara está
y guarda tal esplendor
que nunca se apagará.
Tu río ya roto, canta
áspero, rompe y reluce
recorriendo va tus tierras
el manto verde que luce.
Tú, dibujando la noche
marcas rebaños de nubes,
farolas van alumbrando
tus calles y tus costumbres.
Tu boca, dormida ¡Córdoba!
en silencio besa y arde
con placida languidez
de la esplendorosa tarde.
Leche de estrellas te bañan
rindiéndote su homenaje
y a tus callejas judías
con todos sus personajes.
Porque te quiero abrazar
regocijarme del arte
estridular tus paredes.
¡Qué bello es tu semblante!
Mi sombra que va abrazando
ese collar de añoranza
con esa fuente del potro
que endulza la confianza.
Si ventea en tus planicies,
el viento se llevará
ese canto de lamentos
que en el cielo anidará.
Más allá de la ventisca
y con tu impronta belleza,
yo sueño cuando te miro
recordando tu grandeza.
¡Córdoba de mis recuerdos!
mi alma se quedó prendida;
aun viviendo lejos de ti
mis ojos siempre te miran.
¡Qué bello es tu semblante!
Gracia Espino
10/3/2/2018
1 comentario:
Una buena alabanza a Córdoba y a su
Belleza. Un bonito poema de reconocimiento a su belleza.
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