EL MUÑECO FELIZ...SEGUNDA PARTE

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Me he mirado en el espejo y estoy que me salgo de contento. Ya os había dicho anteriormente que yo me encontraba guapo. Creo que es, porque todo lo que se le ocurre hacer mi pequeña madre es bello. Por esa razón yo nunca podría ser feo. Si pudierais verme: tengo un cuerpo y unas piernas que ella me ha hecho y también unos brazos.

Llevo días en mi casa con mi pequeña madre, con sus padres, con su hermana Alicia, Laura y Rafa. La verdad es que estoy muy contento. Cuando alguno de ellos juega conmigo, me pongo tan alegre que me sonrío. Si me ven me dicen.

Tú, pedazo de barro ¿de que te ríes? -este fue Rafa. Yo me quedé mirándolo, sin acabar de saber si enfadarme o no. Pero pronto vi que lo decía de buen rollo. La Laura se acercó con su sonrisa dulce que, aparte de mi pequeña madre, creo que no hay otra tan preciosa. Como os iba diciendo, me ha cogido con mucho cariño y me ha abrazado. No os podéis imaginar lo que es su abrazo. Es lo mejor, de lo mejor de la vida. Me ha mecido un poco diciendo: ¡Pero que muñeco más guapo ha hecho la Mari!. Ella besa mis mejillas y me pongo colorado de tan contento. Ellos están sentados en unas sillas pequeñas en su cuarto. Han organizado una mesa de despacho y están trabajando a todo trote. Tienen un montón de clientes y están haciendo facturas, escribiendo cartas, y avisando a otros clientes que se hacen los remolones para pagar. Eso es lo que yo escucho. Pero tengo que ser muy sincero y decir, que de esas cosas no entiendo nada. Supongo que cuando sea un muñeco mayor aprenderé mucho más.. Ellos cuando juegan, parece que sean un hombre y una mujer que saben de negocios.

Por la noche, me acuesto en un rinconcito y escucho como respiran todos los de la casa. Al final yo también me quedo dormido.

Acabo de despertarme: he soñado una cosa muy bonita y esto muy contento.

Cuando regresaba de mi aventura, a medio camino más o menos me encontré a un perro. Se tiró encima de mí y yo temblando llegué a pensar que vivía mis últimos segundos. Cual no sería mi sorpresa, cuando descubrí, que aquel gigante peludo que imaginaba terrible, me miraba con ojos de buen rollo y me decía:

-A ver pelotilla ¿a donde crees que vas?.

Aquellas palabras dichas con un tono amigable, me hicieron pensar que podía confiar, en aquel pedazo de perro y hasta contarle mi complicada situación.

La verdad es que me trajo a casa y me emocioné un montón cuando tuve que despedirme de él. ¿Por qué estaba yo contando todo eso? -¡A! si, ya se, es porque he soñado con él esta noche.

Yo estaba en un parque, al que me habían llevado a jugar los dos pillines de la casa. Mi pequeña madre, que tenía que estudiar mucho, porque no se que le pasa, pero siempre quiere estudiar. Pues ella les ha dicho: Si vais a ir a jugar podríais bajar al muñeco un rato al parque.

-Bueno, ha dicho la Laura. Me ha cogido en brazos y me ha traído al parque.Me ha dejado en un rincón mientras ellos dos se suben en los columpios.

De pronto, un gigante que por lo menos pesará cien kilos se me ha tirado encima.

¿Podéis imaginar quien es?, -nada más y nada menos que mi amigo el perro. Cuando me libera de su peso, veo como se sonríe con su hocico grandote y feo.

-¡Hombre pelotilla!, pero es que no me lo puedo creer, tú aquí, con cuerpo patas y hasta brazos.

A mí me ha entrado una alegría tan grande que casi no puedo hablar. Cuando me recupero digo.

-Pero como te atreves a decir que yo tengo patas, eso tú que eres un perro; yo soy un muñeco y tengo brazos -sigue sonriendo con el hocico de medio lado.

-Perdone usted, señor muñeco, pero vamos a ver,

quien te ha dicho a ti, que yo tengo patas y tu piernas.

Ahora si que la hecho buena. -Pues no lo sé, pero yo creo que si mi madre tiene piernas, que voy a tener yo. Tu madre debe ser una perra, ¿tiene ella patas?

Claro que tiene patas, y desde luego que es una perra.

AQUÍ TENEMOS DE NUEVO A NUESTRO AMIGO, "EL MUÑECO FELIZ". NO CREO QUE EXISTA ALGO MEJOR QUE ESO QUE ÉL EXPERIMENTA.

LOS DEJAMOS EN EL PARQUE QUE SEGURO QUE SE DIVIERTEN, PORQUE MIRA QUE A ESTOS DOS LES GUSTA LA POLÉMICA.

María