EL PAJARILLO....LIBRO INÉDITO

Al final me rindo a un sueño lleno de pesadillas, de imágenes que me sobresaltan y vuelvo de nuevo a caer en el sopor del cansancio y la desilusión.

De pronto noto cómo unas manos me cogen de la ropa, intentan desgarrar mi vestido. Doy un salto para zafarme de aquellas garras, pero ellas tienen más fuerza. Aunque estoy a oscuras, puedo vislumbrar la figura que intenta agredirme. Apesta a vino y eso me hace recordar a otra persona de la que precisamente intento escapar. Trato de desacerme de aquellos dedos, pero la fuerza que poseen me inmoviliza; me duelen los brazos pero sigo luchando, intento gritar y entonces me tapa la boca.

-No seas tonta, -dice el hombre del aliento asqueroso. -Si eres buena no te pasará nada, si te portas bien te traeré de comer, hasta te compraré un regalo, ¿qué te parece?.

Me quedo quieta intentando pensar, necesito una buena idea, pero creo que no tengo tiempo. Doy un salto hacia atrás pero él me coge de nuevo.

-¿No me has escuchado verdad?, no tengas tanto miedo, si te quedas quietecita seré bueno contigo, ya lo verás, no te haré daño alguno, pero deja de ser una fierecilla; aquí nadie te va a escuchar, nadie vendrá a ayudarte, sólo me tienes a mí.

Mi mente trabaja muy de prisa. De pronto llega a mi cabeza una imagen que puedo ver en la oscuridad; me aparto de él de un salto y grito.

¡ABUELO!!! El grito recorre cada rincón como una ola gigante que rerpentea colándose por cada resquicio, por cada pequeño agujero que pueda exirtir en aquella casa, luego se libera y sigue subiendo hasta una dimensión donde el abuelo pueda oírme. Los marcos de las ventanas quedan delimitados por un resplandor que de pronto lo ilumina todo. Puedo ver al hombre algo indeciso, como si estuviera muy sorprendido, pero no tarda en acercarse a donde estoy: viene lento, como si midiera cada movimiento, echando chispas por los ojos que con el resplandor parecen de fuego. Está tan cerca de mí que vuelvo a oler su aliento, el olor a sudor mezclado con no sé cuantas cosas más. Una ráfaga de viento entra por la ventana. Es extraño porque está cerrada, pero el aire fresco inunda toda la habitación. Él sin embargo extiende los brazos hacia mí, las manos son dos garras de animal que pretenden atraparme; me coge los brazos con tanta fuerza que creo que me los romperá. Pero algo lo detiene, se queda rígido y afloja la presión, después, parece como si unas manos gigantes lo cogieran y lo elevaran del suelo, lentamente, sube y sube, está casi colgado del techo. La puerta se abré de golpe y sin pararme a pensar siquiera qué está pasando echo a correr. Salgo a la calle con el corazón en la boca y puedo ver la calle desierta. Únicamente un par de farolas con luz opaca alumbran algo los portales. Sigo corriendo sin detenerme. Cuando llevo un rato corriendo, pienso que ya no puede alcanzarme y entonces me detengo. Mi corazón está a punto de estallar. Enfrente de mí veo un parque; me acerco ilusionada y veo que en uno de los bancos hay un bulto tapado por una manta vieja y algunos cartones. Bajo la luz mortecina, puedo distiguir una cabeza con hilos de plata. Creo que es una mujer. Necesito hablar con ella. Le toco el hombro para que despierte.

-Qué demonios pasa, ¿por qué me despiertas?

-Perdone, es que tenía miedo y cuando la he visto he tenido la necesidad de despertarla para hablar con alguien.

-Hablar, a estas horas, ¿tú estás chalada o qué?, déjame dormir tranquila, ya no te dejan en paz ni en el parque.

Sigue refunfuñando y se mete otra vez debajo de la manta, al momento ya está roncando. Aunque duerma me quedaré con ella. Me siento en el suelo muy cerca, se ha enfadado conmigo, pero seguro que es buena. El suelo está muy duro y me cuesta quedarme dormida. A lo mejor en un banco como ella estaría mejor, pero entonces me alejaré de la mujer y eso no quiero hacerlo, si aparece el hombre la despierto aunque se enfade conmigo, seguro que entonces me defiende.

María