Viento de la mañana, cuando levantes
tu vuelo sin fronteras hacia otra parte,
llévame hasta los montes,
hasta mis valles,
donde yo pueda oírte y hasta tocarte
donde los dos podamos, igual que hermanos,
bebernos las estrellas, la luz, la brisa
mano con mano
donde mi risa se confunda con tu risa
y en tu lamento.
Llévame sin tardanza querido viento,
no te demores.
Llévame por los riscos de los pastores.
¡Ay qué contento!
poder ir por mis montes
bebiendo el viento.
Llévame hasta la cumbre, por las vereditas,
tan estrechas que apenas las adivinas,
y las vas inventando
mientras caminas.
¡Ay qué alegría!
Poder subir contigo por mis umbrías,
tú enredado en mi falda y yo corriendo
tratando de cogerte, de sujetarte
y tú riendo.
Te elevas alto, alto, para lanzarte
hasta mis mismos brazos, con un crujido,
y me vas envolviendo en tus suspiros.
¡Me siento brisa!
Soy la amante del viento,
su compañera.
Juntos volamos libres por las riveras.
¡Ay qué alegría!
poder ir en tus brazos por mis umbrías.
Cele Lopez
1 comentario:
¡Como siempre, los versos de Cele, son bellísimos!
Un abrazo, María.
Un abrazo para todos.
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