domingo, 17 de febrero de 2013

INMENSIDAD

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Las olas de un mar en calma acercándose salpican mis pies. ese vaivén que no cesa, es la vida en movimiento. Respiro hondo y lleno mis pulmones de aire salado, de brida serena. Mi mirada se pierde, en lo que intuyo la profundidad del mar. Mientras, gotas de espuma blanca como perlas me rocían. Miro al cielo, ese espacio enorme, infinito, que no llego a alcanzar ni una sombra de su magnitud. Me pierdo imaginando espacios estelares, y respirando profundamente, me sumerjo en ese espacio desconocido; donde no me pierdo, sino que me elevo y experimento una paz que va impregnando mi ser. En este estado de plenitud, puedo ver a muchas personas que sufren, acuciadas por otras que no les dan un respiro, un poco de paz. El estrés, la ansiedad y el miedo que se ha instalado en la sociedad, aleja a sus gentes de lo más elemental.
La ambición por todo lo material ha hecho estragos para la gran mayoría de capas sociales y los corruptos han conseguido hundir el país.
Pero vistas las cosas desde tal distancia, se pueden ver las dificultades con otra perceptiva. Es grave ciertamente la situación. Pero en la inmensidad que me rodea, no son más que puntos grises, opacos. Esos puntos sin color deberían volverse pronto luminosos para que su aura sea resplandeciente.
Busco en este espacio una clave, algo que nos permita instalarnos en el lugar donde nada nos dañe, donde lo material, por importante que pueda parecer no sea imprescindible. Conseguir la manera de apartar de nosotros aquello que nos hiere, ver sólo las cosas que nos permitan vivir en paz y armonía con todo lo creado. Que ni el miedo, la rabia, ni ningún otro sentimiento destructivo pudiera romper nuestras barreras. Sería como estar preparando una maleta para hacer un viaje al infinito, ¿qué quisiéramos llevar en nuestra maleta? ¿Qué hacer para vivir cada día como si fuera el último de nuestra vida?

Hoy el mar está furioso, no son sus espumas perlas que se deslizan sobre la arena. Hoy la visión del mar es crispada, no puedo encontrar serenidad y por eso hoy sólo miraré a la cúpula azul del cielo. Tendida sobre la arena, me perderé en los espacios estelares para sentirme etérea, tranquila y en paz.
Liberados del miedo que nos persigue, encontraremos el verdadero tesoro del alquimista.
María

3 comentarios:

Mary dijo...

Segun dice un gran amigo mio, Dios aprieta pero no ahoga solo te deja los dedos marcaditos....creo que a veces te pone en escenarios que te dan la oportunidad de ver la realidad de otra manera bien diferente y entonces es cuando puedes tomar un respiro para llenarte de paz y poder seguir adelante cuando regresamos a la realidad.

Un besazo Maria..¡¡¡

Anónimo dijo...

Habla de vicisitudes. Sin embargo es un relato precioso

asun aguilera dijo...

¡Es precioso!Te felicito, María, por la forma tam bella de expresar lo que estás sintiendo.
¡Un fuerte abrazo!