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Como fértil montaña abandonada
ocultas la ladera de tu llanto
y dejas que el dolor te duela tanto
hasta colmar tu hondura despoblada.
Como gacela herida, acorralada,
al cazador sublevas tu quebranto;
mas sufres con el frágil desencanto
de gaviota perdida en la ensenada.
Peregrina del mar, Andalucía,
eterna cenicienta en oro viejo,
te llevo en mi camino siempre errante.
Abre tu amor a mi melancolía
y recoge esta ofrenda, mientras dejo
hacia tu luz mis penas de emigrante.
Francisco Quintana
1 comentario:
Los versos de este poeta siempre llegan al alma. Debe ser un ser muy especial.
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