sábado, 2 de agosto de 2014

LA LLAVE DE LA PUERTA PRINCIPAL


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Pedro se ha quedado dormido porque está agotado. En un rincón de la estancia que sirve de antesala, sólo un momento que se ha recostado sobre la pared mullida, sus ojos pesaban tanto que no ha podido resistirse. El cansancio ha sido más fuerte, que su deseo de ser el guardián de las llaves más importantes de todos los tiempos. Lleva muchos, muchísimos años allí, esperando siempre para dar la bienvenida a todos los que llaman a esa puerta. Unos llegan acelerados, otros, ni siquiera saben que han llegado y están muy nerviosos porque no entienden nada, miran a todos sitios esperando encontrar la respuesta para sus dudas. 
-qué es esto, si yo voy a trabajar y no quiero llegar tarde, pues bueno es mi jefe con la puntualidad, es un tirano, pero es el jefe y es el que manda. 
Pedro le pone la mano en el hombro y le pide que se calme.
-Tranquilo hombre, no debes preocuparte demasiado, no tiene la menor importancia.
-Eso es porque tú no conoces a mi jefe, no te puedes imaginar como se pone, es un verdadero energúmeno.
-Pues ya te has liberado de él.
-Si hombre, como que el trabajo está para hacer tonterías.
Le cuesta hacerle entender que sus preocupaciones ya han pasado a la historia. Para esa tarea, Pedro le coge de la mano y le lleva a la entrada, para que pueda ver la belleza que les rodea. Las nubes están envueltas en una luz que encierra todos los colores, que difuminados se multiplican en un arco que parece que está acunando tanto a Pedro como al visitante. Al recién llegado  le cuesta apreciar toda la belleza que sus ojos, aún no son capaces de entender. Las nubes, se van ubicando haciendo unos suaves remolinos, y hay momentos que dejan ver unos paisajes, que ni se hubiera atrevido a soñar. Mueve la cabeza impaciente, porque no ha podido desprenderse todavía de la prisa, y porque no decirlo, de la ignorancia.  Estaba alterado, todo lo que hiciera su jefe le llegaba a él, a sus sentimientos y no podía disfrutar de todos aquellos momentos que necesitaba para una vida plena. Pedro le hace entender con mucha paciencia, que su jefe ya no tiene influencia sobre él, que es libre y nada tiene que temer. Le cuesta un tiempo sin medida convencerlo. Entonces, cuando ha logrado persuadirlo de esa libertad, de esa liberación del estrés y todas esas cosas que le hacían infeliz, es entonces cuando se lleva las manos a la cabeza y dice. 
-Eso está muy bien buen hombre, casi me ha convencido, pero es que esta noche voy a cenar con mi mujer, es una sorpresa. Hace tiempo que al estar tan nervioso por culpa de mi trabajo, entre nosotros las cosas no estaban bien, por eso he reservado una mesa, en un restaurante precioso. Hoy le pediré perdón y a partir de ahora todo irá mejor entre nosotros.
Pedro mueve la cabeza, está tan acostumbrado a esos discursos de los recién llegados, que parece que llevan una copia en el bolsillo, o que es una tara de nacimiento de la especie humana.
-Pero hombre, con los años que llevas con tu mujer, tienes que esperar todo este tiempo para decirle lo que sientes, por qué no habéis ido a cenar todas las veces posibles, por qué no le has dicho cuanto la amas una y otra vez, para que no se le olvide y lo tenga siempre como un regalo de la vida.
Al fin consigue convencerlo para que pase a la estancia que hay al fondo, es el lugar donde verá pasar la vida como en una película. Es necesario para avanzar y entender algunas cosas. Otros compañeros  de Pedro le ayudarán a caminar por el nuevo sendero.
Después llama a la puerta otro que no tiene muy buen humor. Cuando ésta se cierra tras él, se enfada y comienza a vociferar.
-Abra usted esa puerta, que mi tiempo es oro y no puedo perderlo.
-Pero ya no puede volver atrás, de este lugar no se puede regresar, al menos como usted pretende.
-Si no abre la puerta inmediatamente llamo a la policía y le denuncio por secuestro.
La cara del hombre muestra una máscara de rabia.
En estos casos, a Pedro le cuesta aguantar la risa, porque la tiranía que posiblemente han vestido durante muchos años, la llevan puesta y no tienen la menor intención de cambiarla por otra. No se molesta demasiado, porque sabe que otros seres esperan su turno y a lo mejor son más amables. Así pues se aleja de él y en ese momento, el sujeto energúmeno se pierde entre una niebla espesa y oscura que nada le deja ver.
Otras veces hay seres angelicales, llevan la sonrisa, la dulzura y el cariño, con el que han vivido todos los días de su vida. Pedro al verlos se siente muy feliz, porque sabe, que siempre han sido felices y así seguirán en el nuevo mundo
Cuando Pedro mira para ver quien ha llegado, encuentra una muchedumbre que espera a que alguien les informe de lo ocurrido, ya que ellos no entienden nada. Hablan todos a la vez: un avión, luego una caída, y poco después  se encuentran flotando en  un espacio etéreo y desconocido.  Pedro requiere la presencia de algunos compañeros. Entre todos les ofrecerán ayuda en un tiempo nuevo. Les harán entender que no hay nada que temer, que mirar atrás no es aconsejable, que este mundo donde han llegado es maravilloso, que todo es paz y sosiego. Luego llega otra avalancha, estos han volado por los aires en una explosión que les ha arrancado de su hogar, de su mundo. Se repite lo mismo una y otra vez y vuelta a empezar: bombas, tiroteos.
Por eso hoy Pedro estaba agotado y se ha dormido, necesitaba un descanso. La señora de negro no descansa nunca, llega con ellos, casi invisible, en cuanto los deja acomodados regresa a buscar a otros. 
Hace algún tiempo, que a Pedro no le llega el tiempo para contarlos, luego a de volver para hacer un inventario. Menos mal que no hay problemas de espacio. Pero es demasiado trabajo para Pedro.
Cuando abre los ojos queda extrañado, ha debido ser un sueño muy largo. Se levanta y mira al otro lado de la puerta. Allí, esperando su turno hay muchos seres que miran con cara de recelo. Se levanta y los recibe, y vuelta a empezar.

María 
     

1 comentario:

Asun Aguilera dijo...

Precioso relato.
Seguro que es un consuelo para aquellos que les horroriza la idea de pasar al otro lado.
Un fuerte abrazo.