sábado, 27 de octubre de 2018

CARTAS DE AURI... OLVIDÉ QUE ANTES DE TODO SOY MUJER...

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OLVIDÉ QUE ANTES DE TODO SOY MUJER.

1ª carta, carta 2ª, carta 3ª

¡Hola amiga! ¿Cómo estás? Yo podía estar mejor siendo sincera conmigo misma.
Pero... ¿qué se le va a hacer? Me ha tocado la china sin echarlo a suertes. No pensé que al entrar por la puerta del hotel, cargada con la maleta e ilusiones, mis vacaciones se iban a ver truncadas nada más llegar.¡Pues sí, tuve esa mala suerte!
No era un viaje demasiado impactante. Se sale, te relajas y rompes la rutina. Me prometía largos paseos por la orilla del mar [mi fascinación], descubrir alguna calita con encanto, cambiar impresiones con gentes amables, que aún existen... ¡Sí amiga, aún existen! Son esas personas que sonríen, que sujetan la puerta a tu paso, que te preguntan cómo te encuentras, te ofrecen un libro si les ha parecido interesante, y se preocupan por saber si viajas sola y ofrecerte que te unas a su grupo. Yo tengo la suerte de contar con gente en mi entorno de esa condición. Sin ir más lejos, gente como tú.

Pues como te quería contar, el virus que me obligó [no solo a mí, fuimos muchos los agraciados] debía estar esperándome, para estropear mi pequeña escapada con encanto.
Llegamos el viernes, y el sábado aparecieron las náuseas. No sé donde leí que los beodos ven el mundo como una cuba. Yo lo veía como un cubo. Las náuseas me obligaban a acudir al comedor con toallas generosas en dimensiones, que el personal, amablemente me proporcionaban; [por si acaso]. El acaso no se dio, por suerte. Lo siguiente fue una voz reducida a un áspero y bronco sonido, lista para un exorcismo. El martes, con más de 38 grados de temperatura me planteaba volver, aprovechando que mi yerno se incorporaba al trabajo. Desistí porque mi hija se quedaba sola con mi nieta. Y aquí sigo. Ya te contaré como voy...
Te deseo lo mejor, y que pases inmejorables vacaciones. Si estás bien, disfrútalo.

Auri

2ª CARTA

Amiga, me alegré sobremanera de no haberme rendido y esperar a sentirme mejor. La fiebre remitió con ayuda de analgésicos. Me refugiaba en la sala Wifi, en recepción, y en cualquier lugar que me protegiera del calor y del sol de las piscinas. El sábado había hecho una primera y única incursión a esta zona, para intentar recabar alguna anécdota que resultara digna de resaltar y contar.

En la piscina, me fijé, en la que bauticé como [La Efigie]. Era ésta una mujer joven,
sentada [más que sentada, posando cara al sol], rostro y busto erguido. Inmóvil, impasible ante lo que ocurría a su alrededor. La observaba con interés, pensando que sentada en el filo de la piscina infantil, algún tierno retoño debía encontrarse a su cuidado. Un niño comenzó a llorar y entre llanto y tragos de agua llamaba a su mamá. La mujer no se dio por aludida. No parecía ir con ella. Su rostro no se inmutó. De inmediato hizo su aparición un hombre, que sacando al niño del agua, la miró ofreciéndole un gesto de reprobación y unas palabras que no conseguí oír, pero que debieron ser menos duras de las que yo le hubiera dedicado. Yo jamás hubiese permitido que la vanidad personal, me apartara del cuidado de mis hijos. ¡Así es la vida! No todos tenemos las mismas prioridades.

A partir de ese día, se podía decir que llevo unas vacaciones [de interior].
Estoy mejor y espero estar en breve bien.Tengo algo que contarte...

Un abrazo.

Auri

3ª CARTA

Prometí contarte algo y lo pienso cumplir. En la sala Wifi el aire acondicionado se volvía contra mí, y entonces transportaba mi magullado cuerpo hasta recepción. Allí el ambiente era templado debido a que mantenían la puerta principal y la otra que daba a las piscinas abiertas. Se estaba bien sin tener que sufrir el acondicionado. En la puerta principal, el guarda de seguridad, disponía de su [cuartel]. Una pequeña mesa y una butaca a la que dedicaba pocos honores. Inquieto como rabo de lagartija, no cesaba de recoger papeles; pasar la mopa, guardar portátiles y tablets susceptibles de desaparecer, en manos ingratas y ligeras.

Una de las veces se acercó a mí, ofreciéndome un mapa de la zona. Inexplicable [pensé yo] encontrándose tan cerca los expositores. Se acercaba con cualquier excusa y me preguntaba por el dueño de los aparatos, que quedaban descuidados. No se conformaba con eso. 
Me contaba que las personas dejaban sus enseres y después pretendían que el hotel se hiciera cargo de la pérdida. Hablamos cada vez más, y ante el interés que mostraba en saber por qué permanecía confinada en las salas, y ante la posibilidad de que me tomara por un bicho raro, le hablé de mi malestar.

Se ofreció a traerme del bar lo que me apeteciera. Lo que necesitara. Yo, pobre de mí solo tomaba manzanilla, pero se lo agradecí. Pensaba en lo aburrido que debía de estar, para prestarme tanta atención. Que aunque entrado en años, con esa planta podía permitirse tener a quien quisiera sin esfuerzo. ¿Y a mí, qué me importaba? Con esos ojos penetrantes, la voz modulada, la educación selecta que mostraba... Me pidió que cuando me encontrara bien y él librara; si quería acompañarle a pescar. Sin saber por qué le dije que sí. Por un momento evoqué los tiempos, años atrás con mis hijos. Me vi transportada a su adolescencia, con muchos años menos que ahora. Los brazos jóvenes de mis hijos tirando de grandes peces que superaban las expectativas. Con unas cañas pequeñas, modestas, los brazos dormidos por el esfuerzo y a mí misma aconsejándoles que arrastraran los peces a la playa hasta cansarlos. Echándole un vistazo a mi vida esto me hizo recordar que había sido más madre y abuela, que mujer.

Y se me encendió la bombilla. Había olvidado que antes de todo soy mujer y sin esta circunstancia, no hubiera podido ser las otras cosas que soy. Lo olvidé y debería recuperarlo. Ahí estaba él con su amabilidad y sonrisa, y ya no iba a perder el tiempo en hacerme más preguntas. Hice bien en quedarme. Estoy encantada de la vida y su compañía me hace mucho bien. Él se preocupa de que yo sienta, que dentro de unas personas de cierta edad, como somos los dos, se puede hallar un corazón que aún no ha tirado la toalla. 

¡Que tengas un buen día! Un abrazo muy fuerte.

Auri

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es importante saber qué somos ante todo. Muy interesantes tus vacaciones, a pesar de los contratiempos.
Muy bien Auri