domingo, 10 de marzo de 2019

SI LA TIERRA TUVIESE DOS LUNAS... DE AURELIA GARCÍA...

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¿QUÉ PASARÍA…? SÍ LA TIERRA TUVIESE DOS LUNAS.

Año 2350


Fenómenos extraños ocurrían en la tierra, desde que aquella figura opaca se instaló suspendida en el aire a pocos km. del suelo. Marc tenía temores fundados en que aquello podía suponer el final de todo. Las personas, lejos de verse lúcidas, se mostraban afectadas caminando sin rumbo, sin ninguna expresión en su cara que denotara, que eran conscientes de lo que estaba ocurriendo, convertidos en autómatas.

Marc, miró de nuevo las dos lunas que habían hecho su aparición en el cielo inmediato, poco después de que lo hiciera la figura oscura y sospechosa.


El paisaje estelar, permanecía lúgubre y silencioso, sin que la luz de las lunas aparecidas en el cielo de forma inesperada se reflejase lo más mínimo en aquel cuerpo estático que toda la luz absorbía. Todo daba pie a pensar, que aquello podía suponer el principio del fin de un estado de cosas, que hasta aquel momento habían resultado esenciales y beneficiosas para el Ser humano y para todos los elementos cohabitantes, que habían compartido esa pequeña y a la vez exuberante canica azul, llamada tierra.



Marc se preguntaba, porque a él y a sus allegados no se les había manifestado aún esa apatía y el letargo en el que se hallaban los demás sumidos. Debido a la afluencia de mareas súper altas de varios km, se habían visto obligados a subir a cotas más altas para no ser invadidos por las aguas, alejándose de mares y océanos.

La corteza apenas existía. Salvo en los lugares montañosos más altos alejados de los estragos de las aguas.


El manto de la tierra cada vez más licuado y caliente soltaba vapores incapaz de contener y resistir la afectación por la fuerte humedad. En casi toda su superficie la corteza erosionada se escoraba, y todo, personas, animales y cosas eran absorbidos por las tremendas fallas que se ocasionaban, llevándolos a una irremediable destrucción.



Ya hacía días que Marc y su familia habían optado por guarecerse en la parte más elevada de la zona aprovechando cuevas y grutas, esperando y a la vez luchando por la supervivencia. De pronto lo vio claro… ¿Cómo no se dio cuenta antes? Él era físico. Podía entender que dos lunas iban a alterar las mareas de forma brutal. Teniendo en cuenta que la gravedad también influiría de manera constante. De momento estaban protegidos de las aguas y de la exposición al influjo de los dos satélites y ese era el motivo por el que permanecían lúcidos. Él y los suyos no habían estado expuestos a su influencia en la misma manera que los demás.



La tierra forzada por los cambios, el agua filtrándose de forma caótica a través de la superficie hasta llegar al manto, no pudo por menos que hacer descender la temperatura, enfriando el núcleo exterior de la tierra.

El magma abandonaba la escalada habitual que le había hecho durante millones de años avanzar abriéndose paso por las chimeneas volcánicas. Las placas tectónicas, aliviadas de la presión, se conducían en estado de reposo.


Como ocurriera en La Habitación de "Ferma", el planeta había comenzado a perder volumen y a encoger de manera lenta y sin remisión. No tenía medios para defender esa teoría, nada más que lo que le ofrecía la vista. Sin embargo, desde la improvisada atalaya en la que se habían refugiado, era cada vez más evidente el empobrecimiento de las dimensiones del espacio circular, de la superficie del globo y del horizonte.



Marc escrutando el cielo, observaba aquella sombra estática, amorfa, y como si sus ojos hubiesen tomado el rol de mando a distancia, aquella forma inconexa de pronto emitió destellos, y tras dibujar una parábola, se elevó permaneció inmóvil por encima de sus cabezas, manteniéndose en el aire suspendida.



Lo que ya evidenciaba ser una nave extraterrestre, se limitó a extender una escalera formada por haces de luz. Interpretaron que les invitaban a subir. No se lo pensaron demasiado ante la visión de

la tierra caótica a punto de desaparecer.
Ya dentro de la nave, posaron la vista probablemente por última vez, en el planeta que sucumbía ante la fuerza de las aguas, los gases y el mar embravecido. Cada vez se acercaba más a la definición de la que se hizo acreedora. Cada vez más canica, pero menos azul.


Marc desde la nave, apartó la mirada con nostalgia de lo que había constituido gestación y refugio del género humano. A su lado observándole, se hallaba un Ser que destacaba de los demás y daba

las órdenes en la nave. Vestía un traje de material no visto en la tierra en el que reflejaban todo el juego de luces del cuadro de mandos. Sin duda comandaba la nave. Se dirigió a él en un tono claro de reproche:


—¿Por qué? ¿Por qué no los ha salvado a todos? ¿Por qué solo a nosotros?

Y este Ser de mirada penetrante y voz tranquilizadora le contestó:


—Marc… sigo acatando órdenes. Mírame… comprendo que no lo entiendas. Soy Noé, y ésta es mi

arca futurista. Recuerda que conmigo solo pueden venir los justos.

Dafne.

Auri

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